doce

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Narra América;
Ya estábamos terminando de prepararnos, la verdad que mis amigas estaban tan hermosas, como amo a estas chicas.
Arreglamos los últimos detalles, cuando un tema en particular salió en la conversación.
— Ami— dijo llamando la atención de todas Agustina— ¿cuando pensas decirle a Manuel todo lo que sentis por el?, a la mierda el trato.
— No se, pasa que es muy difícil, el no siente lo mismo que yo, a él le gusta Atenea.
— No se eh— dijo Mora— yo digo que le gustas o te tiene ganas, que se yo.
— Yo digo que le digas— dijo Camila— se ven lindos juntos.
— Pasa que soy muy insegura chicas, y miren si él va a elegirme a mí en vez de elegir a Atenea que es una bomba.
— Sos hermosa amiga— dijo Agus— y si no es con Manu, van a haber miles de chicos.
— Ojalá.
Y ahí dimos por finalizada esa conversación para dirigirnos todos a la casa de Khea.
Al llegar nos abrió Ivo, que al parecer era el dueño de la casa, seguido de Agustin.
Este último nos saludo a todas con un beso en el cachete, pero a diferencia de mis amigas, el mío fue cerca de los labios.
Nos adentramos en la casa, no había demasiada gente pero si nos topamos con Valentín, Daniel, Mateo y Lautaro; pero mi mejor amigo no estaba allí.
—¿Manuel no vino todavía?— Pregunto Mora.
—¿No venía con ustedes?—dijo Mateo.
— Que yo sepa no— dije.
Y ahí la puerta se abrió, dejando ver aun Manuel acompañado por Atenea, a la cual el anterior nombrado agarraba de la cintura y acariciaba la misma.
No les quiero explicar como me sentí en ese momento, me sentía usada, triste, quería irme, quería llorar y nunca haberlo conocido. Por que al parecer, yo fui la que me ilusione con esos besos, mientras para el solo fue "un beso de amigos".
Sin ni siquiera saludarlos agarré la mano de Agustina, y la llevé conmigo hacia donde estaba Agustin.
—¿Me decís donde está el baño por favor— dije conteniendo las ganas de llorar. Para que mierda había venido.
— Arriba, la primera puerta— dijo y le agradecí.
Subimos con Agustina de mi mano y yo ya llorando.
— Es un pelotudo— dijo mi amiga.
— Me siento muy mal— dije— ¿nos podemos ir?
— TENGO UNA IDEA— dijo gritando— o nos vamos, o te pones bien perra con Agustín que se ve que te tiene ganas y que se curta Manuel.
— No se— dije pensándolo un poco, no les iba a cagar la salida a mis amigas.— bueno quedémonos.
Y esa noche, una América que nadie conocía, iba a revelarse.

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