diecisiete.

940 70 5
                                    

Dias sin dormir bien, un corazón roto y ojeras impresionantes eran lo único que tenía.
Lloraba, no paraba de llorar, me sentía insuficiente, que no servía para nada, que nadie me quería, que no le importaba ni a mis amigos.
Todos se habían distanciando de mi, menos Manuel. El no, el siempre estuvo ahí, al lado mío, escuchándome y dándome esos abrazos tan llenadores como su presencia.
Dos meses pasaron, los veíamos pasar por las calles tomados de la mano, con una sonrisa victoriosa cada vez que nos miraban.
Siempre terminaba así, lastimada o reemplazada en poco tiempo.
— Manu— lo llamé para que se acueste conmigo.
— Ya va a pasar mi reina— me abrazó por la cintura y besó mi frente— vamos a salir juntos de esta.
— ¿Me lo prometes Manu?
— Si amor.
Nos quedamos dormidos hasta las 7 más o menos, después nos levantamos y merendamos alfajores de Atalaya.
— Manu, qué onda, ¿hay alguna chica por ahí?
— Vos estas.
En ese momento, no supe que decir, solo calle.
Deseo, muchísimo, haber dicho algo.

favores; ReplikWhere stories live. Discover now