Visita

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Una tarde tuve oportunidad de regresar a la vieja casa Loud. Desde que me mudé a Great Lakes City trato de visitar a mis padres y mis hermanas menores en cuando puedo. Como siempre, fui recibido con gran algarabía. Aunque...

No tardé mucho en notar la ausencia de alguien. 

Pregunté por Lana, y las chicas me contaron que iba a tener su primera cita oficial con un chico de la secundaria. Por ese motivo había estado arreglándose con ayuda de Lola y de mamá.

Subí a su habitación, y la encontré sola, parada frente al espejo. Usaba un primoroso vestido azul marino que le llegaba a las rodillas, y su cabello tenía un peinado novedoso, pero que recordaba al de hace seis años. Ahora que ya cumplió los doce sigue teniendo ese aire ingenuo y puro de entonces.

—¿Qué tal, Lans? —pregunté, y el sonido de mi voz le hizo girar la vista hacia mí. No voy a mentir: extrañaba ver su tierno rostro y sus grandes ojos azules, así como descubrir esa chispa de alegría que surgía cada vez que me tenía frente a ella.

—-¡Yupi! ¡Por fin viniste, Linc! —exclamó ella y se abalanzó con rapidez hacia mí, dándome un vigoroso abrazo. Mi pequeña Lana... No importa cuánto crezca, su alma de niña no deja de ser la alegría de mi vida.

Al terminar el abrazo, dije: —Vaya... Te ves preciosa. ¿Vas a una cita?

—Así es. Un chico que me gusta me invitó. No estaba muy segura de mi aspecto, pero...

—No lo dudes. Él va a deslumbrarse cuando te vea.

Lana desvió ligeramente la mirada.

Me sentí obligado a preguntar: —¿Crees que él te pida que seas su novia hoy?

—Sí.

—Es un chico con suerte, pero si te hace algo malo tendrá que vérselas conmigo.

Ella rió.

—¡No te preocupes! Estos brazos han estado arreglando plomería por años. Ya están listos para romper los dientes de quién se lo busque. Además, no voy sola.

Me señaló un bolso, desde donde asomó su fiel Brinquitos II, casi como reportándose ante mí.

Tras una mirada cómplice, chocamos palmas. Pero después de unir las manos, no las separamos. Nos quedamos en silencio, como unidos por una fuerza invisible.

—Prométeme que siempre vas a cuidarte y a ser feliz.

—Lo prometo.

Antes que lograra romper el silencio nuevamente, mi hermanita levantó su otro brazo, y hablándome del cuello de la camiseta me atrajo hacia ella, para estamparme un fugaz beso en los labios. Duró quizás unos dos o tres segundos, pero es algo imposible de olvidar. Esa mezcla de atrevimiento y timidez, con un toque de sabor a goma de mascar, me acompañará por el resto de mis días.

Al separarse de mí, retrocedió un par de pasos y me mostró su rostro enrojecido al afirmar:

—Yo... Siempre soñé con que mi primer beso fuera contigo.

Lo único que se me ocurrió decir fue: —Gracias. Pero, ¿por qué?

Retrocedió un paso más, y concluyó diciendo: —Me dijiste que fuera feliz. Ahora ya lo soy.

Bajó las escaleras y escuché a mamá darle unos consejos finales antes de su cita.

Ya pasaron varios meses desde que esto pasó. Según me dicen, Lana y su novio se llevan muy bien. Es un chico afortunado, sin duda. Pero yo me siento aún más afortunado.

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⏰ Last updated: Jun 09, 2019 ⏰

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Charlas brevesWhere stories live. Discover now