Capítulo 4.

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Ésta era una de las tantas situaciones y días en los que decidía perderse para siempre... O bueno, irse en su laguna mental, explorar cada rincón de lo que cree perdido en sus recuerdos; esos que le hacía llorar, reír, temblar y... ¿Matarse? No, no, definitivamente viajar al mundo desconocido en su cabeza era mala idea.

Pero... ¿Qué sucedería si eso fuera real? El que muriera, ¿alguien lloraría en su nombre? ¿Derramarían hasta la última gota por él? Los pensamientos suicidas siempre han estado en él, tal parece. Pero no quería hacerlo, tampoco quería imaginarlo y no quería aceptar que era una propuesta muy tentadora. Intuía que sólo sería una carga menos en la vida de quienes le rodean, como sus padres, Woozi y... ¿JungKook? ¿Era una carga para su novio? Es obvio que sí, lleva aproximadamente dos meses sin saber de Jeon, si aún lo seguía amando y si quiera lo recuerda. Woozi le dijo antes de irse que se comunicaría con él, aunque ahora lo duda mucho. Su mejor amigo siempre desconfió de su novio, se enojaba siempre que lo veía en casa.

No quería que el ojitos de gato pensara en quien más amaba como un enemigo, en alguien que podría hacerle daño como...

— Seo Kang-Joon —susurra para sí mismo.

Ese maldito bastardo, ese hombre fue quién más daño le causó hasta la niñez. ¡Hijo de puta! Aún recuerda como sus grandes y rasposas manos recorrían con descaro y perversión su cuerpo, trazando un mapa imaginario que iniciaba desde sus labios hasta su masculinidad. Los golpes que recibía siempre que gritaba de dolor, pidiendo ayuda e implorando el ser escuchado por sus vecinos. Cada semana el color violeta y rojo adornaba en resplandor su cuerpo pálido y débil, siendo cruelmente castigado por sus padres al meterse en peleas con su vecino del frente, según indicada el padre de él; nada más y menos que Kang-Joon. Él mentía inculpando al pobre Park de meterse a pelear con su hijo menor. Claramente la voz autoritaria de un padre "ejemplar" podía más que sólo las titubeantes y dolidas palabras de un mocoso de cinco años. Sin voz para hablar, sin gritos que sacar y sin ganas de vivir. El nudo en su garganta crecía con ardor, tan sólo escuchando y sintiendo la ira de sus padres por dejar de ser un buen hijo.

Aclamaba su amor, cariño y ese apoyo que solo las figuras paternas podían dar, pero a cambio de ello recibía sólo odio, golpes y gritos; haciéndole doler su frágil corazón que quería dejar de latir, dejar de cumplir su función esencial para la vida y solo traerle paz a JiMin, era la única manera de hacer algo por él.

Los odiaba, odiaba todas y cada una de las veces que sus padres se iban de la casa para trabajar como los famosos actores que eran. Odiaba cada maldito segundo en que sus padres dejaron sus llaves de la casa a Kang-Joon para que fuera a cuidarlo. Odiaba el día que el enfermo abusó de él, desgarrando su interior y dejando un trauma de por vida. Odiaba haber sido un imbécil niño que se dejaba hacer para que su tortura terminara. Odiaba ser débil. Pero sobre todo, odiaba ser él.

Sus impulsos lo estaban lastimando, al golpear sin cuidado la dura pared de concreto en donde era su nueva habitación, la sangre brotando de sus nudillos no tenía efecto en él, ha sentido peor dolor. Sus gritos retenidos durante años estaban atrapados en ese reducido lugar. Cegado por sus sentimientos y el como estos salieron, lo hacían inconsciente de lo que en su alrededor había. Alguien que sí lo amaba.

— ¡Minnie! —escuchó a la lejanía, esa voz que se perdía en su mente abrumada.

El llamado no terminaba, seguía ahí haciendo eco.

Detuvo sus movimientos para observar al dueño de esa voz, parado en el marco de la puerta y observando temeroso su ser. La oscuridad de sus ojos le trajo una extraña paz, el deseo de matar cada parte de su inocencia se esfumó de la misma manera que su odio interno. ¿Qué haría sin él?

ιnocencιa [KookMin] BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora