•Tiempo muerto• Capítulo 24

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Mientras Seokjin admiraba el resplandor lunar podía sentir acariciaba con ternura su vientre sabía que el tiempo corría en su contra y el sólo quería poder parar el mundo un momento y disfrutar de su felicidad tan sólo un instante más. Habían pasado tres meses desde que vio a su Alfa darle la despedida a los sentimientos que un día estuvieron a punto de destruirlos a ambos, había llorado al sentir a su pareja por fin suyo sin otros lazos.

La vida desde entonces había ido cuesta arriba, su pareja había permitido que nuevos equipos médicos entraran a la manada garantizando no sólo una mejor atención hacia los miembros si no que habían logrado salvar a padres y a cachorros de parir en condiciones precarias. Su Alfa lo trataba como su igual y se enorgullecia de las decisiones y cambios que había logrado, toda su vida había sido tratado como un objeto desechable y por fin había encontrado su lugar en el mundo.
Pequeños detalles como Jimin siguiendolo a todos lados, el pequeño Minseok acurrucandose en su pecho, las gracias que recibía de los padres al entregarles a sus cachorros recién nacidos, la propuesta de Mark y Jackson para ser el padrino de su cachorro llamado Yugyeom, quien estaba a semanas de llegar al mundo. Y por sobre todas las cosas el amor que su alfa se encargaba de demostrarle día a día, no eran perfectos, eso lo sabía de sobra pero las marcas que dibujadas en su piel producto de la lucha por calmar a sus demonios eran su mayor orgullo, ellas lo alejaban de el prototipo de omega perfecto que por tanto tiempo tuvo que fingir.

Namjoon y él eran despiadados el uno con el otro en sus encuentros, sus lobos siempre tomaban el control de sus cuerpos al momento de unirse y la sangre y marcas eran la regla para dichos encuentros, después llegaría el momento para apaciguar a sus bestias con mimos que rozaban la delicadeza y palabras dirigidas a su cachorro. Namjoon se aseguraba de marcar las semanas transcurridas mientras lo acompañaba en sus malestares diarios, el Alfa se había vuelto ridículamente sobreprotector con él y su cría no nacida.

Tanto que habían atravesado para que su felicidad se rompiera con la llegada del Alfa que lo miraba con una expresión cargada de burla.

—Llego el tío Seunghyun— El Alfa se rió con sorna, tras soltar aquello, tomando a Seokjin del brazo con búsquedas para ponerlo a su altura. —¿Estás listo para hablar?

—No, no puedo. Tú no entiendes, no puedo traicionar a mi manada, ellos no merecen lo que están planeando debe haber otra manera. — Sus ojos se empañaron y su omega sollozaba por la seguridad que su alfa le brindaba.

—¿Tú manada? —El Alfa simplemente río al escucharle, el olor a miedo que expulsaba el omega simplemente lo embriagaba, era el aroma que le hacía pensar en perversiones, trato de recomponerse al ver la seguridad que se escondían en los ojos del omega. —Me parece que olvidaste tu principal misión, cachorro, no estás acá para opinar si no para brindarnos información para poder tomar las riendas de esta manada.

—Yo no puedo.. Simplemente no puedo. — Un suave beso fue presionado en su mejilla antes de sentir una enorme palma impactar contra su rostro, el sabor del cobre lo mareo y le hizo sentir arcadas.

—Tu truco del cachorro fue simplemente inesperado, los del consejo se mostraron tan felices ante ello que los reclamos de tu padre pasaron a segundo plano, muy, pero muy mal de tu parte Jinnie— su mano empezó a tocar con delicadeza el vientre del omega, preparandolo para el fuerte golpe que fue a parar en el mismo. Seokjin no pudo soportar el impacto y cayó de rodillas al suelo, escupiendo grandes cantidades de sangre mientras dejaba las lágrimas fluir libremente por sus mejillas.

Su bebé, su bebé. Debía protegerlo a toda costa, sin importar el precio a pagar.

Recordó el pequeño objeto que pesaba en su bolsillo, el mismo que Jimin insistía en que llevará consigo en todo momento, aquello podría ser su máxima oportunidad antes de correr de vuelta a la seguridad de su manada.

El omega perfecto #1 |Namjin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora