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2024

Todas las luces de la casa estaban prendidas y las ventanas abiertas, dejando danzar libres las blancas cortinas y el sonido de sus voces. Las dos mujeres se habían desplazado al salón y habían abierto otra botella de champagne. Rebecca lo había comprado para celebrar el Óscar honorífico que le había sido otorgado a Élise, pero nunca lo descorcharon. La rubia aseguró que no tenía valor ni mérito alguno, que solo se lo estaban dando porque sabían que estaba muriendo, y aquello le parecía hasta de mal gusto. Por lo que la joven, por mucho que intentó hacerla presentarse, no lo consiguió, y fue ella a recibirlo en su nombre.
Rebecca y la pelirroja ocupaban asientos frente a frente en el sillón marrón, y ahí estaba el galardón por el que había peleado su australiana durante años, espiándolas desde una mesilla de café. La trigueña miraba atenta y fijamente los ojos azules de la pelirroja, la siempre dulce y perfecta Julianne, la que siempre estaba presente y disponible para todo, la amiga incondicional que ponía su vida en pausa por ayudar a Élise... Becca toma un sorbo de champagne y se queda mirando la copa moviendo el líquido en su interior.

-Tú eres la chica que estuvo con mi mujer cuando eran jóvenes, ¿verdad? -preguntó repentinamente alzando la mirada y pudo apreciar la reacción paralizada de Julianne que no lo vio venir.

-¿Qué mujer? ¿A qué te refieres? -preguntó visiblemente haciendo tiempo.

-Élise, mi mujer -dijo Becca con obviedad y Julianne la miró con extrañeza-. Tú fuiste esa con la que tuvo un amorío y los padres las pillaron y separaron. Qué romántico, casi más que Romeo y Julieta -ironizó Becca celosa.

-Bueno, sí, fui yo. Pensé que a estas alturas ya lo sabrías, que Élise te lo hubiera dicho -le dijo dándole donde más le dolía porque sabía que eso no había sucedido-. Eso fue hace demasiados años y fue un error, solo estaba confundida y Élise era tan... persuasiva -dijo mientras se le iluminaba el rostro y Becca quería matarla-. Ella siempre conseguía lo que quería y supongo que eso era yo... Se sentía bien que alguien con un mundo tan diferente al mío, más agresivo y alocado, más adulto y complejo me viera como un deseado premio. Me hacía sentir poderosa estar a su lado -continuaba diciendo entre suspiros y la trigueña solo escuchaba revolviéndose por dentro-. Pero ya yo reconduje mi vida y me arrepiento mucho de aquello y ese beso no significó nada, solo fue producto del reencuentro después de casi 30 años. Yo siempre he querido a mi esposo.

Rebecca abrumada no sabía ya ni qué hacer. Élise le había ocultado tanto. Era más que obvio que Julianne quería por algún motivo ponerla celosa y que le mentía con eso del arrepentimiento y todo esto justificaba los nervios de Élise al tenerlas a las dos en la misma casa, aun así después se empeñó en mantenerla cerca y aunque se había quedado con Becca nunca volvieron a estar solas del todo. Rebecca sabía que no tenía importancia ese beso ni debía tocar el tema ya en este punto y que en aquel entonces ella hizo mucho más que eso mientras Élise se moría poco a poco, pero no podía evitar la ansiedad que le crecía en el estómago cada vez que se lo imaginaba. Temía tanto que aquella le estuviera intentando robar a la rubia ahora...
Atenta a las manecillas del reloj, decidió colocar música festiva y levantar los ánimos. Quería demostrarle a Julianne que sus intentos de romperla fueron fallidos porque su lazo con Élise era mucho más fuerte que todo lo que ella intentara hacer. ABBA fue la elegida.

...Waterloo couldn't escape if I wanted to... (Waterloo, no podría escapar aunque quisiera)

―¡Vamos! ―exclamaba Becca mientras "Waterloo" sonaba a todo volumen e hizo a la pelirroja levantar hasta su lugar.
Comenzaron a bailar y cantar a todo pulmón (irónicamente). Cerraron los ojos. ...Waterloo, Knowing my faith is to be with you... (Waterloo, sabiendo que mi destino es estar contigo) Al escucharlo, acercaron sus cuerpos todo lo visiblemente posible y listas para arrojarse a la boca de la otra... Oh, Oh, Oh... Finally facing m... (finalmente enfrentando m...) El silencio las interrumpió.
La música había sido apagada y al dirigir ambas la vista hacia el equipo, sosteniendo la bombona estaba la rubia mirándolas con incredulidad y queja, mas no con reproche, como sería de esperar. Pero como tampoco era de esperar, todo era mutismo a su alrededor. Nadie se atrevía a farfullar vocablo alguno. ¿Qué estaría pensando?, se preguntaba Rebecca, que no recordaba ni qué decir. ¿Qué decir? Aquel momento incómodo cada vez se alargaba más, y ella solo veía la acumulación de lo que todos llamarían lágrimas en el párpado inferior de Élise, pero que ella declaraba una prueba de que no estaba casada con un robot. Y parecía lo más probable, porque a la espera de dicha confirmación, se quedó, cuando todo lo que salió de los labios de ella fue un <<con permiso, disculpen>>, antes de cruzar el salón ignorándolas y marcharse torpemente a la habitación.
¿Y ahora qué?

Tras bastidores | Completa | Temática LésbicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora