87. Trato Hecho

73 18 11
                                    

Diego entró a la sala estudio con un ¡guau! silencioso mientras miraba alrededor. Charlamos sobre su vuelta a la Reina del Plata mientras enchufábamos y afinábamos. Le contamos el cambio que estábamos encarando, nos contó que buscaba un trabajo estable, aunque fuera por un sueldo básico, porque con los tatuajes nunca se sabe. Charlamos sobre Bariloche y los amigos en común, empezamos a tocar las canciones nuestras que él se acordaba.

Me sorprendió que hubiera traído una libreta para anotarse tonos y marcas de tiempos, pero no hice comentarios. Arrancamos con Run, por supuesto, la versión que él me ayudara a armar. Repasamos End y Hesitation, le mostramos Again y Wicked, se entusiasmó con la versión abreviada de Heart.

Nos tomamos un descanso y salimos al patio para que Diego y yo pudiéramos fumar. Beto me preguntó cuándo me iba.

—¿Cómo que te vas? —exclamó Diego.

—Vos viste, las mujeres —dijo Beto—. Tenemos que rearmar la banda para grabar un disco y ella se va dos meses con el novio.

Diego me enfrentó cada vez más sorprendido. —¿Novio, Ceci? ¡Vos! ¿Desde cuándo?

Sonreí de oreja a oreja. —Oficialmente desde anoche.

Eso causó un breve interrogatorio de los chicos. Alguien usó la palabra "gira" y eso volvió a reclamar la atención de Diego.

—Se va de gira por Latinoamérica con el novio —explicó Jero con toda naturalidad.

—Pará, pará, pará. ¿Con quién te enganchaste, Ceci?

—Con Stewie Masterson —respondió Beto con más naturalidad que Jero.

Eso terminó de convencer a Diego de que era todo un chiste. Asintió muerto de risa y cambió un poco de tema. Ninguno de los tres se molestó en tratar de convencerlo: lo vería por sí mismo en un par de horas. Nos importaba más su interés por sumarse a la banda.

Nos dijo que se había vuelto a acercar porque siempre le había gustado el proyecto, y ahora que planeaba quedarse definitivamente en Buenos Aires, quería armarse la vida de forma que le diera el tiempo para comprometerse y participar. Entonces le dijimos que ahora eso significaba un sueldo fijo, sólo un poco más que el básico que él buscaba, pero que le permitiría pagar un alquiler y sobrevivir, al menos hasta que pudiéramos grabar y volver a tocar en vivo.

—Listo. No se habla más. Me prendo. —Vio nuestras expresiones de sorpresa y apagó su cigarrillo sonriendo—. ¿Tocamos un rato más?

Y Diego se sumó a MØRE. Así de fácil, así de rápido, así de oportuno. Y como lo conocíamos, sabíamos que lo había dicho en serio, o no hubiera dicho nada.

Tal como el año pasado, cuando tocara por nosotros por un tiempo, Diego dijo que prefería aprender bien las bases de las canciones antes de buscar arreglos. Todavía se acordaba la frase que hiciera para Run, y como End y Hesitation ya las conocía del año pasado, ese mismo día empezó a probar frases para ellas. Y en eso estábamos cuando vimos que Jero saludaba a alguien en la sala de control.

—Ahí llegó tu novio —avisó Beto, cabeceando en la misma dirección sin dejar de tocar.

Diego y yo giramos, todavía tocando. Sentí la sonrisa que se me instalaba en la cara, y el cosquilleo de nervios y alegría. Diego pifió una nota como para cortar la cuerda cuando alzaste una mano sonriendo.

—Pero ése... ése se parece a...

Es Stewie Masterson —asintió Jero divertido.

—¿No te dijimos? —le recordó Beto muy tranquilo.

A Este Lado - AOL#2Where stories live. Discover now