XX

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Al día siguiente, y con cansancio, Natasha Romanoff caminaba hasta la puerta del frente tras escuchar el insistente tono del timbre retumbando por todo el lugar.

Abrió la puerta bostezando y frotándose un ojo con la mano, quedándose congelada al ver quien estaba de pie frente a ella.

—Señor Rogers, qué sorpresa verlo aquí...— con el ceño fruncido se le queda viendo, él haciendo lo mismo luego.

—¿Se le olvidó lo que me dijo ayer o yo malinterprete?

—¿Ah?

Un suspiro se escucha de parte del hombre. Esto permite a la pelirroja despertarse un poco más y mira de arriba a abajo a su empleado.

Estaba bien vestido, no que era algo raro en él, pero un estilo bohemio y delicado, casi adorable lo acompañaba. Tampoco se podia pasar desapercibido cuán feliz estaba.

—Oh no— expresa ella cayendo en cuenta—. Teníamos una cita, ¿no?

Steve ríe un poco, su risa no teniendo una pizca de enojo.

—Eso me dijo ayer antes de irme, sí. Pero si quiere lo dejamos para la otra semana y así puede seguir durmiendo.

—No, no— niega casi muy rápido, no dándose cuenta.

Steve ríe otra vez por su respuesta. La mujer no le parecía desesperada; le parecía adorable.

—Me puedo alistar rápido y salimos, ¿sí?— continua diciendo, indicándole que puede pasar—. Lo siento tanto, Steve. Usualmente nunca me quedo dormida por tanto tiempo— se voltea hacia él y carraspea cuando choca con su cuerpo, quedando muy cerca de su rostro—. Si quiere puede preparar cafe, tengo distintos tipos en la caja— señala la cocina—. Por favor, siéntase como en su casa. Yo volveré pronto—asiente con la cabeza y se le ve correr al segundo piso, el bang de un puerta escuchándosela después.

El castaño suspira otra vez y mira alrededor. Luego sonríe recordando la forma de su jefa.

Achicaba los ojos al hablarle, la falta de sus anteojos y la súbita exposición a la luz teniendo que jugar un rol importante en que lo hiciera. Su cabello de cama notándose a leguas por lo rápido que se había levantado y su pálida piel resaltando entre esa blusa azul que usaba esa mañana.

Y aunque justamente había salido de la cama minutos antes, Natasha Romanoff no dejaba de verse como un ángel ante los ojos de Steve Rogers.

Cuando la vio bajar las escaleras con paso apresurado supo que llevaba mucho tiempo pensando en ella pero, ¿quién podía culparlo? Hasta el más tonto se enamoraría de ella.

—Ya estoy lista— anuncia—. Lo siento si le hice esperar mucho.

Con las manos se alisaba el vestido amarillo que llevaba, y Steve tuvo que contener las ganas de besarla en ese momento por lo hermosa que se veía.

—Claro, ya nos podemos ir— asiente tragando en seco, encontrando difícil el simple acto de respirar.

—¿Me veo bien?— pregunta con inocencia mientras lo miraba a los ojos cuando iban a la puerta.

—Se ve espectacular— masculla él, su voz escuchándose sin aire.

Y quizás ella no se había dado cuenta, pero la sonrisa tímida que trató de ocultar ciertamente Rogers la había visto.

Al llegar al auto del hombre estacionado en el frente y ponerse los cinturones Steve se da cuenta de que su perfecto plan con su jefa no iba a ser tan perfecto.

«Boss: Obsession» Remake.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora