Capítulo XI

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Querido Jongdae:

Al principio nuestro pequeño juego parecía inofensivo, casi como un baile de a tres. Excepto que siempre hay una persona que desea avanzar más que otra.

Ellos intercambiaban besos, roces, fricción e incluso un poco de calor, frente a mí, quien los observaba con un deseo abrasador. Parte de mi, esperaba el quiebre, el momento en que alguno de los dos perdiera. Por la forma en que se perdían entre las caricias podría haber descifrado que les gustaba, e incluso que se habían olvidado de mi presencia. Pero jamás fue así, Sehun estaba haciendo todo aquello para ablandar a Chanyeol, lo sabía. Él me veía, me dedicaba una miradas profundas desde detrás de esas largas pestañas suyas. Tocaba a Chanyeol como si quisiera deshacerle, convencerlo de alguna cosa.

Pero mi pelirrojo amante creyó saber sus propias reglas. Le permitió tocarme, probar hasta dónde era capaz de llevarme sin dejarme eyacular, experimentó cómo me comportaba con ambos, juntos, separados.

Los dos tienen mucho en común, pero son radicalmente distintos.

Chanyeol, es una cara y un cuerpo conocido, una persona que conoce mis puntos dóciles. Sus manos callosas, sus caderas estrechas y huesudas, sus brazos fuertes, su mirada dulce. Le gusta verme a los ojos, robarme besos.

Sehun, por otra parte, es algo que jamás había visto antes. Su cuerpo es simplemente perfecto, ningún otro calificativo podría superarlo. Sus hombros anchos, su cadera finísima pero firme, también es fuerte pero sus movimientos mucho más acertados y fluidos. Su espalda bien formada se extiende hasta el hueco de la parte baja, en el que pude darme el gusto de descansar mis piernas. Tiene un trasero de ensueño.

Luego, Sehun se sobrepasó. Abandonó sus juegos con Chanyeol para centrarse en mí, como si solo fuéramos nosotros los que se buscaban en la oscuridad. Como si Chanyeol no me perteneciera. Me susurró tantas cosas, frases que no sabía si se había inventado o había aguardado mucho por decirme, esperaba romper su silencio conmigo.

Me tomó, sin permiso de nadie más que el mío. Chanyeol parecía molesto, en un rincón del colchón, con las piernas cruzadas, intentaba ocultar su enojo mirándome, masturbándose lentamente, pero no había remedio. Sehun había imitado la posición de Chanyeol, antes de que él interrumpiera, me tenía bajo él, entre mis piernas, provocando fieras estocadas, logrando que clavara las uñas en la piel de su espalda.

Chanyeol murmuró algo, no supe decir que fue, me estaba perdiendo. O yo lo había perdido a él. Simplemente se levantó, tomó sus pantalones y se fue de la habitación con un portazo. Pero el estruendo no acabó con el momento. El rubio hizo caso omiso, como si nada hubiese pasado, y siguió hundiéndose dentro de mí, con más velocidad, más fuerza, quería asegurarse que pudiera terminar. Grité tan fuerte, me solté tan fuerte, que estoy seguro que mi pareja habrá podido escucharlo desde cualquier lugar donde se estuviera escondiendo. Él no se detuvo, empujó y empujó, hasta que lo oí proferir un gruñido desde lo profundo de su garganta, con la cabeza echada hacia atrás. No había visto tal cosa, jamás.

Cuando todo terminó, sentí una urgencia imparable de besarlo. Su piel lucía tan blanca, tan suave, tan deliciosa. Besé su cuello, su mandíbula, mordí su oreja, él se deshacía entre mis caricias, nunca lo había visto tan expuesto. Al encontrar sus labios, el movimiento fue dulce, húmedo, reconfortante. Podría haberlo besado durante horas, hasta que él sintiera la necesidad de volver a empezar, hasta que la nubosidad en su mente se hubiera esfumado y la claridad le permitiera desearme de nuevo.

Pero él, al igual que Chanyeol, me abandonó allí, con el recordatorio de su cuerpo sobre el mío, con la vergüenza de sentir la humedad mojar mis muslos, una que no le pertenecía al hombre que decía amar.

Al día siguiente, sólo Irene me dio los buenos días, inevitablemente ingenua.

Dichotomic || HunHan/ChanLuWhere stories live. Discover now