Problemas en el paraíso Parte 1

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—¿Qué? —mi voz pendía de un hilo como si en cualquier momento fuese a quebrarse.

—Ese fue el trato —murmuró con lo que me pareció era aflicción.

Quedé completamente estática ante él, con los nervios de punta aunque sin dejar que mis impulsos me consumieran. Hipo yacía todavía sentado, cabizbajo y notoriamente abatido, lo cual me hizo sentir furibunda.

—¿Y tú aceptaste? —confronté sintiendo la cólera a flor de piel.

—No tenía otra alternativa, esa fue su petición y tuve que aceptar. No fue algo que hayamos previsto ni planeado.

Reí sardónica antes de espetar.

—¿No tenías otra alternativa? ¿Me estás diciendo que Hipo, el chico que prefirió entrenar a un feral Furia Nocturna antes que matarlo por sobre las ideas de su pueblo aún siendo el hijo del jefe, no tuvo otra alterativa? —involuntariamente apenas terminé la pregunta sentí un particular escozor en los ojos.

Como imaginé, ya que era mi intención, Hipo permaneció callado y enajenado. Su semblante estaba lleno de conmoción y cansancio, tanto que a cualquiera que se plantara a su lado se contagiaba, y no era para menos.

—Las circunstancias son distintas, no confundas las cosas.

—No Hipo, tú no te confundas —interrumpí entre jadeos.

—Sabes por qué hago esto, creí que lo entendías y que sobre todo me apoyabas. —reunió el suficiente coraje para mirarme, aunque lo que salió de su boca no me haya parecido inteligente.

Oh no, lo sentía. Aquí venía el vómito verbal que sabía que podía controlar pero debido a todas las emociones contenidas me negaba a reprimir.

—¿Apoyarte? ¡Te he apoyado hasta con los ojos cerrados! He tolerado cada mentira, cada evasión, cada secreto, cada maldita cosa que has preferido callarte ¡porque yo fui una de ellas! —me exalté sin preocuparme, por primera vez, de ser escuchada por los chicos. Con la garganta echa un nudo me agaché a su lado y lo tomé de un hombro con ímpetu— No finjas que esto no me duele y no te taches de victima porque tú nos lo buscaste —dije entre dientes con la garganta en un nudo.

—¡Yo jamás busqué esto, carajo! ¿Podrías dejar de pretender que cada puta decisión que tomo es mala por un segundo? ¡Nunca pedí esto! Ahora tengo la presión encima de un reino y tres clanes aliados encima —explotó, finalmente, y al hacerlo fue disminuyendo el tono de su voz hasta acabar nuevamente en un susurro—. Además, después de todo tú eras la que me quería sólo como un hermano —musitó, sabiendo perfectamente que se arrepentiría de lo dicho apenas cerrara la boca.

Tuve que tragar hondo luego de escuchar aquella frase.

—Vete al diablo —sollocé poniéndome de pie.

En cuestión de segundos las nefastas y delatoras lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas como grito de guerra de mi orgullo.

—_______, lo siento. —se puso de pie y fue detrás mio tan pronto me di la vuelta. Estando de espaldas a él podía ver como los chicos nos observaban a los lejos, todos atónitos y boquiabiertos por la escena que estaban presenciando— _______ escúchame. —acunó sus manos en las mías y solo así pudimos estar frente a frente— Esto también es difícil para mí. No hay otra chica que me interese más que tú, sólo eres tú mi lady —decía de forma tenue—. Ambos sabemos lo que tuvimos y te prometo que este es un sacrificio que haré pero eso no significa que nuestra relación esté...

—¿Relación? —espeté sardónica tirando de mis manos en un arrebato de furia— ¿Sabes cuál es tu problema, Hipo? Tú no tienes ninguna relación conmigo, ni con los jinetes, ni siquiera con los dragones. ¡Tu relación es con Viggo Grimborn! Estás tan obsesionado con él que olvidas quién eres y quiénes son las personas con las que de verdad cuentas. 

Come fly with me (Hipo y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora