Alguien como tú

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En el entrenamiento del día siguiente, Edith lucía tan distante y fría que preferí no hacer preguntas acerca de su ausencia en la reunión. Por su parte, Kai ejecutaba los ejercicios de combate que Declan les había puesto con una disciplina feroz; la hacha que portaba hondeaba por arriba de su cabeza antes de cada embestida, hasta que finalmente chocaba contra el escudo de su oponente. Realizó veinte veces aquel movimiento y descansó mientras tocaba el turno de su compañero.

—Terminé —dijo Elena, a mis espaldas.

Debido a que todavía no se recuperaba de su fractura, y ya que yo no podía hacer demasiado esfuerzo aún, me centré con ella en la elaboración de flechas. Examiné el trabajo de la castaña y no tardé más de cinco segundos en encontrar los errores.

—La muesca en el talón(1) está desigual —dije, pasando mis dedos por la madera—. Si esto no está bien hecho, no sé cómo esperas que la flecha se pince a la cuerda para poder disparar. Y estas plumas... ¿Sí entiendes que si tus plumas no están cuidadosamente cortadas y amarradas pierdes por completo la estabilidad del vuelo de tu flecha? —con la uña rasqué el nudo que adhería las plumas a la vara(2) y servía como soporte para el talón. Chasqué la lengua y corregí—: Debes de mejorar el amarre. Con la humedad, la madera del talón puede abrirse y echar a perder todo el demás trabajo. Y no rebajaste las puntas inferiores de las plumas, lo que automáticamente genera resistencia con el roce del arco. Elena, ¿me estás prestando atención?

Ella asintió, con la vista puesta en sus compañeros.

—Está bien —dije—. A mí también me costó en un principio. Pero nada que con la práctica y dedicación no mejore. Como siempre les digo: la arquería es todo un arte.

—No es justo —protestó, desviando el tema—. Debería estar con ellos. Yo igual tendría que demostrar lo mucho que he mejorado en combate.

Suspiré y, con mucho cuidado, apoyada en una muleta, me arrodillé para quedar a la misma altura que ella.

—Te entiendo. Yo tampoco me siento muy conforme conmigo misma estando lesionada... Pero, ¿quieres mi consejo? Que esto sea una oportunidad para reforzar otros aspectos personales, como la mente, el alma, el intelecto. En una batalla no todo son los puños y espadas. Así que no intentes comerte al mundo de un bocado. Disfruta el viaje de tu formación.

—Viggo no pensaría lo mismo —refunfuñó

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—Viggo no pensaría lo mismo —refunfuñó.

—Y a ti te importa mucho lo que Viggo piense.

La chica de complexión delgada me miró, con una expresión dura e incrédula.

—Todo lo que tengo es gracias a él. Es lo mínimo que puedo hacer para pagárselo.

Suspiré, incómoda. 

En todo el tiempo que llevaba en Vanaheim, era la primera vez que alguien hacía evidente frente a mí la lealtad forzada de la que hablaba Rayla cuando recién llegué a La Resistencia. Recordé la insistencia de Elena en las pruebas pasadas por demostrar que podía luchar incluso con una pierna fracturada y su deseo por ser una cazadora y doncella escudera. Igualmente, pensé en su preocupación por no saber si había impresionado al comité cuando Declan la estaba curando. Un fuerte dilema moral ocupó gran parte de mis pensamientos al considerar que había grandes posibilidades de que acabase enfrentándome contra mis propios estudiantes cuando peleáramos contra Viggo. Para ahuyentarlo, me concentré en Elena.

Come fly with me (Hipo y tú)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang