La noche de la captura

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—Tenemos que ser cuidadosas nena —susurré a Luna—, al menos hasta encontrar a alguno de los chicos.

Y como si hubiese hecho una invocación, los rugido de los dragones de nuevo se hicieron escuchar, ésta vez en advertencia de peligro. Desde arriba me concentré en localizar alguna señal de los jinetes o los dragones, lo que me pareció irónico tomando en cuenta los tamaños y capacidades de éstos últimos.

De pronto, sin aviso previo, la bodega de uno de los barcos estalló y de su centro aparecieron Eructo y Wakara intentando escapar.

—¡Vamos Luna!

Con fluidez, así como rapidez, volamos directo al barco y en cuanto estuvimos por llegar, Luna lanzó un ataque de plasma directo a la estructura de madera que aún aprisionaba algunas partes del dragón.

—¡Eructo! ¡Wakara! ¿En dónde están los gemelos? —pregunté desde el aire.

Una milésima de segundo de distracción bastó para sentir como una flecha pasó a un costado mío. Inmediatamente tomé mi arco y devolví el disparo a un grupo de cazadores que aún quedaban en el mismo barco.

El Cremallerus se revoloteó hasta encontrar estabilidad y entonces comenzó a volar hacia el castillo.

—¿En dónde están? —pensé en voz alta viendo al dragón partir.

No pasaron ni dos segundos que de nuevo me vi envuelta en medio de flechas y bodoques que provenían de los barcos aledaños, Luna pudo esquivarlos a costa de algunos giros  y yo logré mantener el equilibrio para evitar caerme.

Al volver a estabilizarnos miré una vez más las flotas para analizarlas cuando, de pronto, espinas de Nadder colapsaron sobre las estructuras de madera con violencia, anunciando la llegada de Tormenta junto con la de su jinete.

Con velocidad y destreza planeó sobre la flota y disparó hacia los barcos para hundirlos, ordené a Luna imitar al Nadder.

—Rodearon la isla y capturaron a los dragones —me informó Astrid en cuanto ésta se acercó.

—Son demasiados —dije con la vista en aquellos de prendas oscuras que luchaban desde los barcos y también a las afueras del castillo.

—Los chicos se están encargando de las demás flotas, necesitamos hundir éstas.

Con un asentimiento proseguimos a disparar a los barcos debajo nuestros, volando de un lado a otro para esquivar las flechas, redes, bodoques e incluso bolas de fuego con las que intentaban derribarnos.

Consideré la idea de utilizar la habilidad de camuflaje de Luna, sin embargo conmigo arriba de ella sería inútil y, desgraciadamente, no había nubes en el cielo que pudieran cubrirme como la primera vez que la Furia Luminosa dio a conocer aquel don.

Cuando creíamos que habíamos derribado suficientes barcos para tener ventaja, al horizonte se apreciaban otros que apenas arribaban.

—¡Mierda! —bramó la rubia.

El sonido de la madrugada era una mezcla estremecedora entre gritos de pelea, espadas chocando, crepitaciones y los rugidos de los dragones al otro lado del castillo.

—Los disparos no serán suficientes —comenté alzando la voz a mi compañera—. Nena, necesito que te camufles para que no te vean —le indiqué a Luna dándole una última mirada a la hachera a unos metros, antes de brincar directo a la cubierta del barco debajo mío.

Apenas aterricé, los cazadores se acercaron dispuestos a luchar, entre ellos mujeres y jóvenes que no parecían tener más de veinte años.

Con las cuchillas de mi arco fuera comencé a pelear, alternando el uso de mi arma como lanza de doble filo y como arco tradicional. Las flechas salían a una velocidad descomunal, mi puntería era perfecta aún con la presión de estar totalmente rodeada por hombres y mujeres fuertes e igualmente armados.

Come fly with me (Hipo y tú)Where stories live. Discover now