Dragones, cerveza y un fantasma

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Al abordar el barco que me sacaría de Udgart, Harald vino con nosotros, al igual que las Escuderas.

No importaba cuán grande fuera mi curiosidad, Harald se negaba a decirme cuál sería la próxima base.

—Velo como una aventura —decía para evadirme—. El saber el nombre de la base no te sirve de nada si no has estado antes ahí. Ahora, disfruta el viaje y ya cierra esa boca.

El hombre formal y cortés se había convertido en un cazador más que viajaba con nosotros y que solo buscaba descansar durante el trayecto.

Pasé gran parte del viaje cosiendo, y ya casi tenía mi primer vestido terminando.

—Tienes talento —mencionó Jack.

—A ver si con esto logro pasar el control de etiqueta de Magnus —bromeé, en un tono tan bajo para que solo Jack me escuchara.

El viaje duró alrededor de una hora y media, pero eso no me hizo sentir bien al ver de primera instancia la base.

Ni siquiera podía dar una descripción detallada, puesto que los detalles eran deprimentes.

—¿Qué pensabas, que siempre serían estancias de primera clase? —dijo Harald al pasar a mi lado.

La habitación que nos dieron a Jack y a mí era mucho más chica que la de Utgard, y solo tenía una cama.

—Está bien —dije, sin querer hacer de eso un problema—, son solo un par de días. A mí no me molesta.

Jack se relajó y pasó a recostarse, dejándome un espacio a su lado. Me permití descansar un poco antes de que Harald apareciera.

Intenté no concentrarme en el olor a humedad de la cama y de la habitación en general. Estaba tan cansada que deseaba poder quedarme dormida sin importarme las obligaciones de La Huldra.

En Kattegat, rara vez tenía que viajar fuera del pueblo, pero cuando lo hacía, solían ser trayectos de media hora hacia los lugares específicos en los que cazábamos para llevar comida a nuestras casas. Además, tener a Nick y a sus amigos de compañía amenizaba bastante la carga que significaba tener que remar.

En Berk, descubrí una nueva forma de viajar, la cual aún amaba y seguiría haciendo de no ser porque me encontraba en la red de Viggo.

Con esos pensamientos flotando en mi cabeza, poco a poco caí rendida en un profundo y necesario sueño.

El corazón me dio un vuelco horrible tras un fuerte estruendo en la habitación. De inmediato, me reincorporé y tomé mi arco, que estaba junto la cama. No volteé a mirarlo, pero supe que Jack había reaccionado de la misma manera por el movimiento de la cama.

Tenía los nervios tan alterados que mi propia respiración llegó a sofocarme. 

La puerta de la habitación estaba tumbada y había levantado una nube de polvo tras su caída. Detrás, Katrina y las Escuderas se encontraban en posición de defensa, apuntándonos con sus armas. Tras un rápido escaneo visual por parte de la castaña, las chicas se relajaron.

—Lo lamento, mi Señora, pero nos alarmamos luego de que no abrieron la puerta y tampoco se escuchaba ningún ruido.

—Lo lamento, mi Señora, pero nos alarmamos luego de que no abrieron la puerta y tampoco se escuchaba ningún ruido

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Come fly with me (Hipo y tú)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt