Capitulo 5.-

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Se sentía como en una especie de película de espionaje. Y a decir verdad no había podido dormir en toda la noche, pensando en cómo haría para salir de allí sin hacer ningún ruido. Además de que no había podido dejar de pensar en Jeno y en que lo había citado en las caballerizas. ¿Hablarían bien allí? ¿El pelinegro le diría todo lo que pensaba? Su corazón se aceleró al pensar que estaría a solas con él. Logró salir de la casa sin hacer ningún escándalo. Soltó un suspiro y miró encantado a su alrededor. El sol comenzaba a asomarse, bañando a aquel campo de luz. Los suaves sonidos de las aves llegaron a sus oídos. Aquello si que era paz. Respiró profundamente y comenzó a caminar hacia las caballerizas. No se sentía demasiado seguro de si era correcto. Pero de ninguna manera podía evitarlo. Tenía ganas de verlo, de saber por qué lo había citado allí. 
Comenzó a caminar hacia el lugar indicado. Se sentía como un bobo niño de 15 años, estaba emocionado. Al parecer aún no había ningún peón por allí, ya que todo estaba completamente desierto. 

Llegó y entró con cuidado. Aquel familiar olor volvió a invadirlo. Miró a su alrededor buscando a Jeno y él no estaba allí. Miró la hora en su reloj y marcaban las 7 en punto. Frunció el ceño. El sonido de un caballo le hizo levantar la mirada. Se congeló. No podía ser cierto… aquel, ese… ese era su caballo blanco. Sin poder evitarlo comenzó a caminar hacia él. El caballo se giró a mirarlo y retrocedió unos pasos, mientras hacía un sonido con la boca. Se acercó un poco más pero se detuvo. Tenía miedo, el mismo miedo que había tenido la primera vez que lo había visto. 

—No le tenga miedo —dijo él.

Jaemin giró rápidamente para encontrarlo parado en la puerta del establo, semiapoyado contra el marco.

—¿Es él? —le preguntó con un poco de timidez.

Jeno sonrió de costado e ingresó del todo. El pulso de Jaemin se aceleró.

—Sí, es White. 

El castaño volvió a mirar al animal. Su corcel blanco estaba realmente hermoso. Sonrió levemente. Jeno había cumplido su promesa de cuidarlo. En cambio él… él no había hecho nada. Se sintió una basura, y no era exagerado. El caballo resopló y Jaemin le prestó atención de nuevo. Quería tocarlo, pero no sabía como iba a reaccionar ante un desconocido.

—No le tenga miedo —volvió a decirle —No le hará daño…

Jaemin volvió a mirar a Jeno y ahora el chico de ojos profundos estaba un poco más cerca. Sintió una presión en el pecho.

—Es que… no me conoce, no tiene ni idea de quien soy —dijo el menor. 

Jeno suspiró y caminó hasta estar a su lado. Jaemin fue muy consiente de sus diferencias. Mientras el mayor era todo músculo y fibra, el castaño era más delicadeza y ropa cara. Jeno se veía sexy como el infierno con aquel sombrero de vaquero. Pero lo ponía nervioso. Lo ponía nervioso no poder ver bien sus ojos, no saber si él lo estaba mirando, o cómo lo miraba. Quería quitarle ese sombrero de un manotazo. Tragó saliva.

—White —llamó al caballo.

Al instante el animal lo miró e hizo un relinche. Jaemin lo miró asombrado, era increíble que le respondiera de esa manera. 

—Es increíble —musitó. 

—¿Sabes quién es él? —preguntó Jeno.
White meneó la cabeza y volvió a contestar. Jaemin estaba perplejo —Él es el joven Jaemin—el caballo relinchó un poco y golpeó el piso con una de sus patas —Puede tocarlo, joven, él sabe quien es usted.

Se armó de valor. Ya no era un niño, no podía temerle a un lindo animal como ese. Pero su valor se fue en un abrir y cerrar de ojos. No podía hacerlo, de verdad tenía miedo.

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