Capítulo 14.-

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Jaemin solo supo que en ese mismo momento quiso que la tierra se lo tragara. ¿Cómo demonios él se había enterado de aquello? Seguramente había sido el chismoso de Chenle. Iba a matarlo si descubría que había sido su amigo.

—¿Por qué no me lo dijiste, Jaemin?—le preguntó Jeno.

El castaño miró a su alrededor, percatándose de que estaban completamente solos en aquella sala, simplemente ya no podía seguir haciéndose el tonto. 

—No creí que fuera necesario—dijo Jaemin volviendo la vista a él. Sintió esas lindas cosquillas en el estómago—Tú estabas con fiebre ese día, no sabías lo que hacías, además que estás con Suni, no creí que quisieras lastimarla.

—¿Qué sentiste? —preguntó interrumpiéndolo.

—¿Qué sentí?—dijo nervioso, Jeno asintió—Mmm, yo sentí que, que… no creo que debamos hablar de esto, Jeno, mejor me voy.

Intentó alejarse, pero el mayor lo detuvo, lo giró hacia él y entonces unió sus bocas. 
Los ojos del castaño estaban bien abiertos a causa de la sorpresa, sentir de nuevo los labios de Jeno sobre los suyos simplemente era una sensación sorpresiva. Desde que él lo había besado la otra noche no había hecho otra cosa que soñar con ese beso. Sus ojos comenzaron a cerrarse y comenzó a responder a sus demandas.
Jeno lo abrazó por la cintura y lo acercó más a él, no podía creer que simplemente lo estaba besando, no sabía de donde había sacado el valor, pero sabía que era lo correcto. Era lo correcto por como su corazón latía. Era correcto por las cosas que él le hacía sentir. Era correcto por la forma en la que el menor levantó los brazos y rodeó su cuello. Aquello era lo correcto. Besarlo era tan hermoso, como en su supuesto sueño que en realidad no era sueño. Su boca tenía el mismo sabor que él creía imaginar, era dulce y delicado. ¡Por dios! Un simple beso no podía hacerlo sentir así de bobo. 
Entonces Jaemin rompió el beso pero no se alejó, ni lo soltó. Jeno abrió los ojos para mirarlo. El otro aún los tenía cerrados.

—Esto no está bien, Jeno—musitó agitado.

—Lo sé… —asintió—Un simple peón que siente cosas por el hijo del jefe, que solo piensa en besarlo todo el día, no está nada bien.

Entonces el castaño lo miró. ¿Acaso él creía que eso era lo que no estaba bien? ¿Cuándo iba a entender Jeno que eso no le importaba ni en lo más mínimo? Jeno era el hombre más maravilloso del mundo, no importaba si el mayor era un peón y él el hijo del jefe. Eran personas, iguales, humanas, sentían y al parecer lo mismo. 

—Eres un idiota, Jeno—le aseguró y entonces lo besó de nuevo.
Esta vez el beso se volvió más apasionado, simplemente no podían evitar sentirse desesperados el uno por el otro.
Jeno casi gruñó cuando el castaño mordió levemente su labio inferior, entonces sus lenguas se encontraron, Jaemin se aferró a él necesitado de más y de un poco de aire. Pero simplemente no podía soltarlo. 
El pelinegro separó sus bocas y miró agitado a su alrededor.

—Estamos en un lugar muy visible...

—Lo sé—asintió Jaemin. Lo besó cortamente. Jeno rió embobado y el castaño copió su acción. 

—No puedo creer que esto este pasando —murmuró divertido.

—Eres un imbécil por creer que a mi me importa que seas el cuidador del campo de mi padre, eres mucho más que eso para mí.

—¿En serio?—sonrió.

—Sí—dijo por lo bajo entonces se puso en puntas de pie y acarició su nariz con la suya—Estoy algo confundido por todo esto, Jeno, pero lo que siento por ti es… único.

—Jaemin—susurró cerrando los ojos al sentir sus labios tan cerca de nuevo.

—¡Me muero muerto!—exclamó alguien y ambos se alejaron al instante.

Salvaje - Nomin Where stories live. Discover now