Capítulo 19.-

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Jaemin terminó de sacar la última valija que le quedaba. Char la tomó y la metió en el baúl de la camioneta que iba a llevarlo a él y a Chenle a tomar el avión que salía dentro de dos horas de allí. Soltó un suspiro y miró hacia la casa que estaba detrás. Su mejor amigo salía de allí con todos sus bolsos y cosas. El castaño sonrió levemente y se acercó para ayudarlo. 

—¿Por qué te niegas a decirme que pasó?—le preguntó su amigo y lo dejó ayudarlo.

—Ya te dije que no pasó nada, Chenle.

—Mentira—sentenció—Llegaste llorando y te encerraste en tu cuarto a hacer las valijas. 

—Solo las cosas no van a suceder como yo lo creí.

—¿Lo vas a dejar aquí?—preguntó.

—No puedo obligarlo a ir conmigo, este es su lugar y lo entiendo. 

—Debería ir a patearle el trasero…—el castaño sonrió y llegaron hasta Char. El chofer terminó de acomodar las cosas. Dokyun salió de la casa con Irene del brazo.

—¿Están listos?—les preguntó.

Jaemin respiró profundamente y asintió. Su padre se acercó a él y le dio los pasajes y varias carpetas con negocios y esas cosas. El cielo relampagueó y ellos miraron hacia arriba. Comenzaba una tormenta.

—Vámonos—informó Char—Antes de que los caminos se llenen de lodo y lleguemos más tarde de lo que tenemos que llegar.

El chofer se subió al auto y prendió el mismo. Chenle se acercó a Irene para abrazarla cariñosamente.

—Te voy a extrañar muchísimo, Irene, eres un encanto de mujer. Y yo mismo me voy a encargar de preguntar entre mis amigas quien es el diseñador del año para mandar a hacerte el mejor vestido de novias del mundo.

Irene sonrió con los ojos vidriosos.

—Muchas gracias, Chenle. Me alegro mucho de haberte conocido, más te vale que estés aquí para la boda.

—¡No me la pierdo ni loco!—exclamó y rieron por lo bajo. Se alejó de ella y abrazó a Dokyun.

—Cuida bien a mi pequeño—le indicó.

—Siempre, Dokyun, ¿Con quién crees que estás hablando?—preguntó divertido. Se despidió de ellos con la mano y se subió al coche. 

Jaemin se acercó a la pareja y les dedicó una pequeña sonrisa. Irene miró a Dokyun y él también la miró a ella, para luego volver la mirada a su hijo.

—Dale tiempo…—le dijo Irene—Está asustado.

Jaemin apartó la mirada de ella y sintió que el nudo en su pecho se hacía más grande. En ese momento Jeno era lo que más necesitaba…y él simplemente lo dejaba caer. 

—Nos veremos en un par de meses, Irene—le sonrió y la miró—Cuida mucho a mi papá…sé que lo dejo en muy buenas manos. 

—Claro que sí—dijo ella y se acercó a abrazarlo. Jaemin cerró los ojos y dejó que aquel abrazo lo llenara. Irene era una mujer que le trasmitía seguridad—Él te ama, Jaemin, jamás dudes eso—le susurró al oído—Pero solo teme no poder darte lo que él cree que necesitas.

—Yo solo lo necesito a él—murmuró el castaño.

—Lo sé, lo sé—asintió Irene y le acarició el cabello.
 
Char tocó la bocina, avisándole a Jaemin que se apresurara, ya que la lluvia comenzaba a caer con más fuerza. El menor se alejó de Irene y abrazó a su padre.

—Te llamaré cuando lleguemos—le dijo.

—Está bien, mi cielo, no sabes como te agradezco que estés haciendo todo esto por mí, te amo.

Salvaje - Nomin Where stories live. Discover now