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La peor parte de guardar un secreto de tal magnitud es pensar en que si algo sale a la luz, muchas personas saldrán heridas y vivirás con el peso de consciencia, sabiendo que fue tu culpa y que pudiste haberlo evitado.

Para Hyungwon, la noche se había resumido en estar acostado viendo el techo y pensando en lo que haría, solo. Al menos por esa noche.

Soltó un largo suspiro y miró hacia el lado de la cama donde se suponía que Wonho debería estar, pero no había nada más que una fría almohada intacta. Al principio pensó en ignorar eso con la excusa de que debía acostumbrarse a dormir solo nuevamente, pero conforme la noche fue avanzando, no pudo estar más tiempo allí.

Se levantó de la cama y acomodó la enorme camiseta que estaba usando de pijama al sentir como el fresco clima de la madrugada le regaló un escalofrío, entonces salió de la habitación con la excusa de ir a la cocina por algo de beber, pero en realidad su mente sólo estaba enfocada en buscar a Wonho.

Afortunadamente su búsqueda no se alargó mucho pues tras que salió de la habitación pudo ver a Wonho sentado en el suelo, dormido sobre la mesa del centro de la sala con la computadora encendida.

Sonrió como un bobo al ver lo gracioso y tierno que se miraba durmiendo tan plácidamente gracias al cansancio de trabajar hasta tarde. Entonces regresó a la habitación, tomó la sabana, un par de almohadas y se fue directamente a la sala. Acomodó todo en el suelo creando un improvisado colchón de almohadas después de apartar un poco los muebles pequeños y se quedó pensativo, pues no sabía cómo sacar a Wonho de allí, ya que se encontraba entre el sofá y la mesita de té, con las piernas debajo de esta y la cabeza encima de ella, formando casi una "C".

La posición se veía realmente incómoda pero la idea de despertarlo tampoco le agradaba. Un poco frustrado se sentó a su lado para simplemente verlo. Sus pequeños ojos estaban cerrados sin presión, sus labios un poco entreabiertos y su cabello cayendo en su frente gracias a la fuerza gravitacional.

No era la primera vez que lo veía dormir, de hecho lo miraba casi todas las noches e incluso sabía que a veces babeaba la almohada y que si dormía boca arriba, roncaba. Pero definitivamente cada vez era diferente con él, como si cada noche fuera la primera vez que lo miraba dormir. No importaba en qué circunstancia, posición, lugar u hora estuvieran.

Sonrió ante sus recuerdos y no pudo contenerse de acariciarle el cabello, así que llevó su mano izquierda hacia el sedoso cabello de su esposo y enredó sus dedos en él para peinarlo con suavidad sin dejar de verlo.

— Oh, mon amour... que dois-je faire? —susurró con tristeza soltando un fuerte suspiro sin dejar de acariciarlo por más que pasaran los minutos— ¿a qué lugar debes ir cuando no quieres estar en ningún sitio?

Continuó acariciándole el cabello.

— A Camboya... —susurró el adormilado Wonho abriendo los ojos con lentitud y sorprendiendolo.

Entonces apartó su mano de Wonho, pero él la tomó y la devolvió a su cabello con pocos ánimos de moverse.

— ¿Camboya? —preguntó con una mezcla de diversión y nervios— ¿Qué hay ahí que sea tan bueno para ser el lugar indicado?

Wonho lo miró con los ojos entrecerrados gracias al cansancio y se encogió de hombros con pereza.

— Yo que sé— se limpió un fino hilo de baba que había salido de su boca en su fugaz siesta—. Me haces una pregunta profunda justo cuando estoy medio dormido... ¿Acaso esperas una respuesta sabia? ¿A donde irías tú?

El delgado sonrió intentando disimular la tristeza que le causó la última pregunta y negó.

— De ti no espero algo sabio... —bromeó intentando evadir la otra pregunta— aunque al menos ya me acostumbré a tus tonterías.

La Visa Nos Unió  Where stories live. Discover now