tres: estrella fugaz.

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—¿Estás molesta conmigo porque acepté venir a cenar contigo y con tus padres?—cuestionó Zabdiel caminando junto a Venus por el jardín de su casa.

—Te dije que no podemos ser amigos.—le recordó ella.

—Y yo te dije que si podemos serlo.—replicó de inmediato.—¿Por qué no quieres ser mi amiga?

—Porque ya te dije que no quiero que te limites, Zabdiel—respondió ella.—Porque sabes muy bien que tener una amistad va a ser muy complicado...ni siquiera vas a poder hacer la mitad de las cosas que hacen las personas de tu edad...

—¿Y eso qué...?—cuestionó el muchacho.—Vee...la condición de una persona no la limita...los limites sólo están en la mente y somos nosotros mismos quienes nos limitamos...

—¿Eres un psicólogo o algo parecido?—preguntó frunciendo sus cejas.

—Vee...—replicó el muchacho.

—Lo siento.—susurró.—¿Es que por qué simplemente no puedes aceptar que lo mejor es que no estés cerca de mí?

—Cuando tú aceptes que eso es lo mejor.—respondió él.—¿Sabes una cosa?—cuestionó frenando sus pasos. Venus también se frenó.—No puedo comprender cuán difícil fue para ti adaptarte a una nueva vida y debe ser completamente horrible...entiendo que debe ser muy difícil y que estés molesta con la vida por ser tan cruel contigo pero no te cierres al mundo, Vee...yo no quiero lastimarte...sólo quiero que me dejes ser tu amigo y eso es todo...

—¿Por qué quieres ser mi amigo?—cuestionó jugueteando con sus dedos.—Puedes ser amigo de cualquier chica que no esté ciega...

—¿Por qué no querría ser tu amigo?—quiso saber.—¿Sabes una cosa? Entiendo que estés molesta, de verdad lo hago. Lo que no entiendo es que quieras encerrarte en tu propio mundo sin dejar que nadie entre...

—La locura es así.—replicó de inmediato.

—A mí me pareces bastante cuerda. Vee...

—¿Sabes que tan difícil es construir una muralla invisible para mantenerte a salvo y que de repente vengas tú y la derribes...?—cuestionó en voz baja.

Una extensa sonrisa se instaló en los labios de Zabdiel a modo de respuesta. Tomó la mano de Venus entre la suya y le ofreció pequeñas caricias.—¿Eso qué quiere decir...?

—Quiere decir que...tal vez tengas razón...—susurró finalmente.—Tal vez después de todo un amigo no me vendría mal...—él rio.

—Un amigo nunca le viene mal a nadie, Vee...—le recordó Zabdiel.

—Eres muy terco ¿sabes?—suspiró. —Yo solía ser así y es por eso que ahora soy ciega...—La sonrisa de Zabdiel murió en un segundo.—Pero supongo que ese es un defecto fatídico...o algo así...

—Cuéntame sobre ti...—pidió él. Venus suspiró.—Si es que quieres, claro...—añadió en voz baja.

Venus se quedó en completo silencio un momento. De nueva cuenta los buenos tiempos estaban martilleando sobre su ya atormentado cerebro. Si algo había aprendido en todo el tiempo en el que había sido era que los recuerdos no eran buenos. Eran lo peor, de hecho. Eran una tortura permanente de lo que había sido su vida y lo que era ahora.

La oscuridad en la que vivía siempre terminaba opacando el mundo de colores vivos en los que ella había crecido. Extrañaba ver y tocar a Dover. Ir a los entrenamientos. Extrañaba ver las gradas abarrotadas de gente que alentaban a los jinetes a ser mejores. Extrañaba todo esos gritos que eran dirigidos hacia ella. Extrañaba todo.

ESTRELLA FUGAZ|Zabdiel De Jesús.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora