cuatro; a través de mis manos.

323 42 3
                                    

Días después...

Zabdiel dejó escapar un largo suspiro mientras seguía frotando las mesas de la cafetería con el trapo húmedo. Tenía una única misión; que todo estuviese impecable y estaba dispuesto a cumplirlo.

Estaba tan concentrado en su trabajo que ni siquiera se dio cuenta que cuando la puerta del establecimiento se abrió y cierta pelirroja seguida de sus padres entraba en el lugar.

—Hola.—la voz de Vee hizo que se frenara en seco y se volviera sobre sí mismo para comprobar de quien se trataba. Una pequeña sonrisa se instaló en sus labios y negó débilmente.

—Vee...—susurró.—¿Qué estás haciendo aquí...?—cuestionó. Ella inspiró profundamente.

—Vengo a invitarte a cenar.—anunció.

—¿Me vas a invitar a cenar?—repitió Zabdiel.—Guau. Eso sí que no me lo esperaba...—comentó haciéndola reír.

—Y...también quería pedirte una gran disculpa por haberme aislado todos estos días luego de tu visita a casa...—agregó jugueteando con sus manos en un acto nervioso.

Zabdiel se quedó en silencio observándola fijamente. A un par de metros detrás de ella era capaz de ver a los padres de la muchacha lanzándoles una que otra mirada mientras eran atendidos por Silvana, una de las compañeras de trabajo de Zabdiel.

Los días que habían pasado en los que ellos no habían tenido contacto alguno; él no se la había podido sacar de la cabeza. La manera en la que Venus lucía contemplando el cielo pidiéndole un deseo a una estrella fugaz era su escena favorita. Cierto que al principio se había mantenido un poco reacia a hacerlo hasta que había comprendido que de nada le servía protestar porque él no desistiría.

En más de una ocasión se había preguntado a sí mismo si la muchacha se había molestado por algo aunque por más que hacía memoria no lograba comprender que era lo que había pasado. No había nada que diera pie a un disgusto o algo parecido y entonces volvía de nueva cuenta a su estado de ignorancia por no saber qué era lo que pasaba con Venus y la verdadera razón por la cual ella se mantenía al margen fingiendo demencia y que en efecto; él no existía.

Y luego estaba ahí de un momento a otro frente a él con esa linda mirada y su sonrisa que lo hacía temblar.

—No tienes que pedirme una disculpa por nada.—respondió finalmente.—Somos amigos y no tienes que darme explicaciones sobre lo que haces o dejas de hacer con tu vida, Vee...no es así como funciona esta amistad...—le explicó.

—Pero de todos modos quería hacerlo. —murmuró.—entonces que dices... ¿aceptas venir a cenar conmigo el día de hoy?

—No quiero darles molestias a tus padres.—inquirió él.

Venus negó.—No estás entendiendo. Ellos no estarán presentes en la cena; es más bien una cena para dos.—agregó lanzándole otra sonrisa.

El corazón de Zabdiel comenzó a acelerarse de manera gradual. Según la madre de Venus ella era una chica un tanto tímida desde el accidente. La Venus decidida que pasaba el día entero encima del lomo de un caballo se había esfumado por completo y en su lugar sólo quedaba la Vee que prefería mantenerse alejada del mundo entero.

Lo cierto que era que tal vez; sólo tal ve aquella Vee estaba volviendo de a poco. Él llevó sus ojos hasta los padres de la chica que seguían observándolos y les ofreció una pequeña sonrisa.

—Creo que sería cool ir a cenar juntos.—musitó finalmente. El cuerpo entero de la muchacha se relajó al instante.

—¡Perfecto!

ESTRELLA FUGAZ|Zabdiel De Jesús.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora