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La nieve caía en copos gigantes, tan preciosos, tan fríos. Sehun estacionó su viejo, pero fiel jeep frente al asfalto. Luhan, mucho más que abrigado, bajó saltando los escalones de su puerta, con un bolso colgado al hombro.

Sehun bajó del jeep y se frotó las manos para entrar en calor.

-¿Listo? -sonrió, apartando la mirada de aquella preciosa cara para abrir el maletero.
Incluso forrado de los pies a la cabeza, le parecía el chico más sexy del mundo.

-Sí -sonrió Luhan tirando el bolso dentro del auto. Después, poniéndose de puntillas, le dio un cálido beso en la mejilla, en forma de saludo, como siempre solía hacer.

Sehun se quedó inmóvil durante un segundo. Debería estar acostumbrado a esos gestos, él era un espíritu libre, afectuoso con todo el mundo, no solo con él.

Pero eso no pudo evitar que reaccionara ante el beso. Habían crecido juntos y Luhan seguía viéndolo como el chico de la puerta de al lado, no como a un hombre maduro.

Sehun, sin embargo, sí lo veía a él como un hombre. Cuando eran unos niños, Luhan invadía sus sueños con inocente sensualidad; como hombre, hacía que se despertase por la noche cubierto de sudor.

Pero tuvo que sonreír al ver la naricilla roja de su amigo y los copos de nieve que caían sobre su gorro. Solo algunos cabellos morenos escapaban de su chasquilla, que le cubrían hasta un poco mas arriba de las cejas.

Sin dejar de sonreír, alargó la mano para tocar un original pearcing.

-Muy bonito -dijo, para distraer sus sensuales pensamientos.

-Gracias, Sehun -sonrió él- Me lo hizo un amigo. ¿A qué, te gusta?

Sehun tuvo que contener una sonrisa.

-Sí, mucho -afirmó. Un golpe de viento lanzó nieve helada sobre su rostro-. ¿Listo?

-Siempre -contestó Luhan, mirándolo con sus traviesos ojos.

Él sacudió la cabeza. Luhan era el rey del doble sentido, un coqueto que podría volver loco a cualquier persona. Y le encantaba hacerlo.

Sehun había crecido deseándolo mientras lo veía salir con otros chicos. Incluso le contaba sus secretos, como si él fuera una "amiga", obligándolo a escuchar detalles sobre quién era el que mejor besaba, quién tenía el mejor cuerpo o quien tenía los labios más bonitos. El señor Luhan había torturado su adolescencia.

Como adulto, y a pesar de que conocía muchas mujeres y hombres, lo deseaba más que nunca. Pero él solo lo veía como una red de seguridad. Un amigo. Eran tan diferentes como la noche y el día y, desgraciadamente, solo amigos. Eso no cambiaría nunca.

Y si Luhan hubiera notado repentinamente que era un hombre y quisiera una relación más íntima, él se habría negado. Tenía demasiado orgullo como para ser uno más. Luhan siempre había tenido más de un hombre correteando a su alrededor y Sehun no quería ser un nombre más en su lista.

Aquel día se dirigían a casa, en Carolina del Norte, para pasar unos días. Sehun por un asunto de negocios, él para asistir a la despedida de soltero de un amigo. Mientras él tendría que dedicarse a la calculadora, Luhan estaría de fiesta en un bar con mujeres desnudas o algo así. Desde luego, eso definía el estilo de vida de cada uno mejor que nada. Luhan era divertido, alocado, veía el lado bueno de la vida y él, él había estado loco por Luhan desde que tenía doce años.

Dentro del jeep había un clima agradable y Sehun dejó escapar un suspiro. Se quitó los guantes y el gorro antes de abrocharse el cinturón de seguridad.

-No sabes cómo te agradezco que me lleves a casa, Sehun.. Dudo mucho que mi deportivo hubiera podido subir por la montaña, sobre todo con esta nieve.
Sehun arrancó el jeep y miró por el retrovisor.

-Me alegro de que no lo hayas intentado. ¿Por qué compraste un coche tan absurdo?

-¡Mi coche es maravilloso! -sonrió Luhan, apoyándose en el respaldo del asiento-. ¿Qué querías, que me comprara un viejo jeep como el tuyo? Este es un coche de abuelo.

-Pues a mí me lleva a todas partes.

-Siempre hacia arriba, ¿eh?
El sarcasmo no le pasó desapercibido.

-Dudo mucho que mi jeep tenga algo que ver con mi carrera.

-Pero estás consiguiendo lo que querías, ¿no? ¿No acaban de ascenderte otra vez?
Él se encogió de hombros. Lo habían ascendido un mes antes, ofreciéndole una excelente posición en la directiva. Por el momento, estaba consiguiendo todos sus objetivos profesionales. El único objetivo que no había conseguido era que Luhan lo mirase como a un hombre y no como a uno de sus amigotes y eso no lo conseguiría nunca. De modo que mejor olvidarse.

-¿Qué tal te van las cosas? -preguntó, cambiando de tema.

Veía a Luhan al menos una vez al mes y hablaban por teléfono todas las semanas. Los dos se habían ido de Carolina del Norte a Ohio. Como él tenía tres años más fue el primero en mudarse, después de terminar la carrera, para trabajar como economista en una gran empresa. Luhan lo había seguido poco después, terminando sus estudios en la universidad de Ohio. Luego, encontró trabajo en un restaurant y de la carrera de derecho... Aún no había empezado a ejercerla. Pero el resultado era que, además de ser vecinos desde pequeños, apenas se habían separado nunca.

Mientras Sehun estaba loco por él, Luhan lo trataba como si fuera su hermano mayor, o un eunuco. Un amiguito. Alguien con quien podía ser el mismo.

-Aún no te he dicho cómo me van las cosas y tú ya estás poniendo mala cara -sonrió Luhan.

-No es eso. Estaba pensando en mis cosas.

-¿Qué cosas?

-Nada que te interese.
Él, juguetón como siempre, le dio un puñetazo en el hombro. Afortunadamente, llevaba una chaqueta de cuero y apenas lo notó.

-Cerdo. Seguro que era algo jugoso.

"Si tú supieras..."

-No era nada importante.

-Eres humano, Sehun. Debes tener pensamientos perversos como todo el mundo.

Sehun se preguntó qué diría si supiera que él era el protagonista de sus perversos pensamientos. Luhan desnudo, en su cama... Pero nunca lo sabría.

-Deja de dar rodeos y dime qué andas haciendo.

O cambiaba de tema o tendría que bajar la ventanilla para enfriarse.

-Muy bien. Pero es un viaje largo, así que acabarás contándomelo todo -suspiró él-. La verdad es que, últimamente, me aburro un poco. No salgo con nadie, no hay nada nuevo en mi trabajo... Me teñí el pelo de rosa durante unos días, pero pensé que a mi madre le daría un infarto si me viera, así que me lo quité.

-Rosa, ¿eh? -sonrió él-. Seguro que te veías muy bien.

-¡Por supuesto! -rió Luhan, pasándole una mano por el pelo-. Tú tienes un pelo estupendo, Sehun. Si te lo dejaras un poco más largo, podríamos hacer algo con él.
Al sentir el roce de sus dedos, Sehun tuvo que aclararse la garganta.

-El pelo largo no pega con mi imagen.

-Pues podrías buscar una nueva -sonrió, inclinando la cabeza a un lado, pensativo-. ¿Qué tal una imagen de play-boy?

-Sí, claro. Nadie, y menos tú, se tragaría eso.
Luhan se acercó un poco más, hasta quedar pegado a su brazo.

-Subestimas mis talentos. Creo que deberías considerar la idea. Sería divertido.

En ese momento, Sehun pensó que podría considerar cualquier cosa. En el interior del coche, con el aroma de Luhan rodeándolo... aquel aroma que era tan atrevido y sensual como él y que lo volvía loco.

Como siempre.

Él tenía una mano en su brazo, la pierna doblada y una sonrisa en los labios. Como había dicho, iba a ser un viaje muy largo.

Seis horas por lo menos.

Y tenía la impresión de que iría sufriendo todo el camino.

Atrapados en la Nieve ➯ Hunhan.Where stories live. Discover now