Capítulo VII - Parte II

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Daniel

Cuando Yue regresó se notaba distraída, quise conocer la identidad del visitante que la dejo así, pero no deseaba perturbarla más.

―Con lo adolorido que estoy, aceptaría de buen grado la ayuda de Roxanne ―sugerí en tono de broma, con la única intención de levantarle el ánimo, pero vi el horror en su rostro, supe que lo había estropeado.

―No sabes lo que dices... ―contestó enfadada―. Ella usaría cualquier excusa con tal de conseguir algo a cambio ―parecía dudar de sus siguientes palabras―, jamás confíes en un gruceen o estarás en problemas.

―Entonces definitivamente estoy en problemas, porque yo confió en ti.

―¡Pues... deja de hacerlo!―gritó.

―¿Por qué?—pregunté, confuso.

―Porque... ―dijo irónicamente como si se riera de un chiste interno, enfocó su vista en el piso, ya más seria agregó―. Porque...no quiero defraudarte.

―No lo harás.

―¡¿Cómo puedes estar tan seguro?! —me miró con sus ojos negros que invitaban a perderse en ellos.

―No lo sé, solo... quiero creer que será así.

―Pues deja desilusionarte de inmediato...de ahora en adelante Tam vivirá con nosotros. Me levanté de un golpe, eso provocó que una ola de dolor recorriera mi cuerpo.

¿En qué estaba pensando Yue? analizándolo mejor tal vez sería algo bueno, así tendría vigilado a Tam y evitaría que se acercara demasiado a ella.

―No me opongo.

―¿Pero quién te estaba pidiendo tu opinión? Sólo te informaba ―suspiró exasperada―, ahora déjame ver el estado de tus heridas.

Delicadamente limpió cada una de mis llagas con sus suaves manos, untó esa sustancia verdosa, como siempre lo hacía y me ordenó descansar. Yo, como buen esclavo, le hice caso.

Habían pasado tres días desde la ceremonia, mi cuerpo ya se encontraba prácticamente recuperado, lo mismo sucedió con mis heridas.

Mi estómago gruñó demandando comida, me levanté y, como si hubieran adivinado mis pensamientos, sobre la mesa se encontraba una bandeja con fruta junto con otras hierbas. No era un gran festín, pero cualquier cosa era mejor que morirse de hambre.

Me acerqué lentamente, Yue se percató de mi llegada y me regaló una bella sonrisa, la cual observaba cada vez más a menudo.

―Me alegra ver que ya puedes caminar ―dijo finalmente, me estaba valorando, pero creo que llegué a esa conclusión demasiado rápido ya que ella agregó―, pronto podré contar con tus servicios en la recolección.

Oír aquello hizo explotar mi pequeña burbuja interior, no quise darle más vueltas al asunto y me concentré en mi desayuno, el cual no había variado desde mi estadía en este extraño pueblo.

Cuando estaba terminando, Tam irrumpió en el lugar con un bolso en sus manos, me lo arrojó con tal fuerza que perdí el equilibrio; hubiera impactado contra el suelo de no ser por Yue. Sin quererlo terminé en sus brazos, observé su rostro contorsionado por la furia.

―¿Qué crees que estás haciendo? ―increpó ella.

Tam, que aún permanecía en el umbral de la puerta, parecía asombrado pero poco a poco su rostro compartió la misma expresión que el de Yue: ira.

Cerró la puerta, al parecer para evitar que algún incauto escuchara la discusión que estaba por venir.

―¿Qué creo que estoy haciendo?―preguntó él, irónicamente― ¿Realmente quieres saberlo? ―amenazó―, pues bien te lo diré, le estaba dando una lección a tu breenum, ¿acaso no te das cuenta que lo consientes demasiado? ―rió―, obviamente no ¿cierto? ―dijo mirándonos a ambos, me percaté que aún seguía en sus brazos, ella se dio cuenta de lo mismo, se apartó delicadamente. No quería que se marchara, siempre que lo hacía me invadía ese sentimiento de pérdida; Tam pareció más tranquilo una vez que nos separamos, exhalando un sonoro suspiro, al menos eso pensé.

La Flor Lunar  *[COMPLETO]*Where stories live. Discover now