Capitulo 8

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Atención : Se presentan acontecimientos de abuso, si eres sensible no leas, si lees es bajo tu responsabilidad, el que avisa no traiciona.








El suelo húmedo agregando el cielo nublado daba a entender que pronto lloveria, el frío cada vez gobernaba el ambiente.

Entre las calles con faroles aún encendidos, corriá desesperada, su respiración era agitada, sus piernas se movían a gran velocidad, pues unos bastardos la perseguian.

Nunca había experimentado tal adrenalina, no desde que había escapado y estaba negada en volver.

Miraba atentamente por dónde corría hasta que decidió cambiar de dirección, en eso sus pies descalzos tocó restos de vidrio. Gimió de dolor. Se detubo al ver sus pie que estaban comenzando a sangrar, pero aún así siguió el páso como pudo.

— Pero ¿A dónde crees que vas?, dulzura. —  Aquella voz hizo que su piel se pusiera de punta, jamás había sentido tal shock, ni ese sentir que el tiempo se detuviera, que el cuerpo temblara y no de frío.

No desde que todo ocurrió.

Volteó para encontrar aquellos tres hombres que la habían empezado a seguir sin razón alguna, de algo estaba segura, no eran buenos.

—  Oye, que no te vamos hacer nada solo vamos a divertirnos... — Tenian una vestimenta informal, y a decir verdad tendrían unos veinte o diecinueve años.

Retrocedía a pasos lentos mientras ellos también se acercaban lentamente, no podría defenderse, ni siquiera esconderse pero al menos lo intentaria. Trató de correr nuevamente, pero uno de ellos logró atraparla tomándola por la cintura.

— ¡NO! — Gritó fuerte, el agarre era brusco y fuerte, le dió un fuerte golpe con la cabeza al hombre, lo cual aquel chilló de dolor, sintiéndose mejor al poder liberarse, pero los otros dos que sobraban, uno la agarró del pelo tirandola contra la pared mientras cordinando con el otro la acorraló con ambos brazos.

Intentaba forcejear pero no entendía
por qué su fuerza no funcionaba, grito de la desesperación al lanzar aquel grito le taparon su boca. 

Sus ojos veían la sonrisa cínica que tenía aquel sujeto mirándola.

— Eres difícil, me gusta...

— Más vale ser el segundo que me costó un golpe. —  Expresó quejoso. — ¡No seas tramposo, Ray!

— ¡Ya cierra la puta boca!—  Le gritó el otro volteando a verlo enojado a su amigo, por lo que aquel retrocedió
algo asustado.

El sujeto sin pensarlo giró hacia la chica y atacó su cuello sin piedad, los gritos ahogados por sus manos, a pesar de todo ejercía toda la fuerza necesaria para liberarse pero sentía que aún así era en vano.

— Si te resistes, es peor. — Expresó y mordió su cuello por lo que la joven gritó de dolor. Antes de que manosearan su cuerpo, una voz lo hizo detenerse en seco.

—  ¿Se podria saber que mierda hacen? —  Volteó a ver hacia aquella silueta.

—  ¿Te importa?, vete a la mierda antes que nosotros te mandemos. — Habló uno de los tres desgraciados.

— Tu deberías irte al infierno, por lo que estás haciendo, puto enfermo. —  Dijo con rabia acercándose. — Deja a la chica.

—  ¿Y tú quién eres para decirme que hacer? — Al distraerse había aflojado su agarre con la que sujetaba a la joven por lo que ella aprobechó pegarle una patada con su rodilla en la entre pierna, el tipo chilló adolorido, sin embargo los otros dos se aproximaron a ella, pero no vieron venir que aquel misterioso salvador le diera un golpe a uno de ellos y tomar la mano de la chica para salir corriendo.

La chica no resistió mucho ya que sus heridas estaban empeorando.

— ¡Ay! — Chilló de dolor la chica. Aquel giró y vió como ella se fijaba en su pie, ambos sangraban y las heridas se veían graves.

-No tengas miedo, confia en mí.
-Le dijo rápiadamente, para después indicarle que se suba a su espalda y correr por lo menos a un escondite seguro o mejor aún, llegar a su hogar.

La chica no se negó, pues estaba tan aterrada y si no fuera por él no hubiese podido escapar.

Los tres jóvenes iban detras de ellos mientras el chico corría tan rápido como podía, sentía como la peliblanca temblaba detrás de su espalda, él no sabía si era por miedo o por frío.

Por suerte el chico fué hacia otra dirección y encontró un callejón sin salida a la izquierda por lo que bajó a la chica con cuidado y se encondieron detrás de un contenedor de basura, aprobechó que no había mucha luz.

Ambos se tenían al lado, intentaban recobrar el aliento. De sus bocas saliá 'humo' por el frío que hacía.

— ¿Estás bien? — Le preguntó el muchacho, giró un poco su cabeza para intentar verla pero solo vió a una chica albina mirando si venían aquellos maliantes. — Ya los perdimos, por suerte... — Entonces se vieron a los ojos por primera vez.

Los reconocía y no lo podía creer, aunque su mirada irradiaba frialdad, él presentía que lo era.

La soledad no siempre es buena, Hiccup

— Eres... — le habló una vez más ahora solo se dedicaba a verlo, ¿no entendía lo que decía?, o ¿a caso estaba en estado de shoock? —  ¿Te conozco de algún lado?

Ella negó con la cabeza.

— ¿Cómo es tu nombre? —  Le preguntó pero ella se puso de pie sosteniendose con la pared.  El ojiverve hizo lo mismo, estaba en shock no podía creer que era real, sin embargo no era todo tan real.

Su pequeño brillo y color eran exactos pero, su mirada era fría, parecia....'muerta' en vida.

Un trueno se escuchó de golpe, ambos se sobresaltaron y miraron hacia el cielo, era la señal de que se aproximaba una tormenta, ya que un viento comenzó a mover los pocos árboles del lugar y la basura en el suelo se eleva por los aires.

La ojiazul tembló de frío y se abrazó así misma.

—  Oh, espera, te presto... — Él se quitó la campera para entregársela pero ella lo miró extrañada. — Es para que no tengas frío. — Miró la campera por un segundo, y su acercaba su mano lentamente sin saber si tomarla o no, pero se detuvo y lo miró de nuevo a los ojos. — Tranquila, no te hará nada, además debemos ir a curarte esas heridas.

Con tímidez, se decidió y tomó aquella tela y se la otorgó en su espalda que le terminó cubriendo hasta su pecho ya que le quedaba grande.

Él caminó unos pasos por lo que la peliblanca lo siguió cojeando.

— Elsa. — El chico volteó extrañado.
— Elsa. — repitió.

— Ese...es tu nombre, ¿verdad?

— Sí. — Era muy cortante, parece que no le gustaba mucho hablar.

— Bueno Elsa, el mío es Hiccup, Haddock. —  Le entregó una pequeña sonrísa por lo que ella no supo como reaccionar, solo miró a un costado como si nada.

Pero que chica peculiar...

Sin almaWhere stories live. Discover now