Me encontraba en el parque sentada esperando a el rubio, pues había solicitado tu presencia en tal lugar, tomabas tus manos nerviosa, pues no era normal que el chico te hablara. A lo lejos le miraste caminando hacia ti.
—Hola Bakugō. — Saludaste con la mano.
—Solo vine a decirte una cosa y escucha bien porque no lo repetiré. — Tomó aire y soltó. —¡ME GUSTAS! — Grito. Te tomo de los hombros y te atrajo hacia el para asi estampar un casto beso siendo separado al instante por un empujon de tu parte.
— ¡¿Que mierda?!. — Le miraste. — Joder Bakugō, ¡¿Qué mierda estas haciendo?! — Gritaste mirándole con incredulidad. — Joder, mira Bakugō en serio lo siento mucho pero no puedo corresponder. — Explicaste. — Eres muy atractivo y todo pero yo ya estoy saliendo con alguien mas lo siento. — Tomaste tus cosas para retirarte pero el chico tomó tu mano.
— Al menos... Podrías decirme quien es el bastardo con el que sales... — Soltó, mirando hacia otro lado ocultando sus ojos los cuales empezaron a picar indicando que las lágrimas se aproximaban no a caer.
Notaste el tono decaído que te hizo sentir un poco de culpa. —Bueno... Se llama Shindo Yo, un chico de pelo alborotado y negro creo que se llegaron a conocer gracias al examen de licencias provinciales, ¿No? — El chico a sintió — Oye en serio lo lamento, si me disculpas...hasta luego Bakugō. — Hiciste una reverencia para luego dirigirte a tu casa dejando a él rubio solo.
Bakugō se quedó reflexionando lo recién sucedido, sentía muy mal ya que la beso en contra de su voluntad, además de ser rechazado, realmente nunca se lo espero, pensaba que podia tener todo lo que deseara pero asi no fue, y gracias a unas simples palabras su egocentrismo y confianza se fue a la basura.
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・Todoroki Shoto・
El chico se encontraba en camino a El patio escolar para poder encontrarse contigo, logró divisar tu silueta a lo lejos pero no estabas sola, estaba su compañero Izuku y mientras más se acercaba miró sus manos estrelazadas viendo cómo reían, esto disloco un poco a él bicolor. Y justo antes de llegar a ti vio cómo el pecoso tomaba tu rostro besándote juntando sus frentes riendo, justo como el había querido hacer durante todo este tiempo. Y junto con su pequeña rosa que llevaba en la mano se devolvió a su aula, tras la mirada de los alumnos pues el chico estaba llorando tal cual un bebé.
