XXXV

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El encuentro de diseñadores estaba a la vuelta de la esquina, faltaban solo tres dias; había pasado una semana desde la cena que Adrien había planeado con Anarka; las cosas aunque no lo crean habían quedado algo tensas.

Nathalie estaba más seria y enojada que de costumbre, con Paul no salía mucho, mantenían su relación por mensaje de texto y alguna que otra llamada, algo había cambiado en esa mujer desde esa noche, y ninguno entendía que, salvo por Adrien.

Por su parte Gabriel disfruto mucho de esta semana, se la paso molestando a su hijo y secretaria fingiendo estar completamente enamorado de Anarka, la grisácea visitó varias veces la mansión de las cuales en todas se encerraba con Gabriel en su despacho y no salían durante un buen rato.

Adrien no sabia que hacer, su plan se había ido a la basura, jamás pensó que su padre llegaría a enamorarse de la madre de su amiga, se suponía que el cenaria con ellos por compromiso y nada más, ahora no sólo tenía que alejar Paul, sino que también a la capitana de barco.

─Nathalie─ apareció Gabriel frente a su escritorio, la azabache estaba revisando unos papeles, mientras escuchaba lo que Adrien le contaba sobre la sesión de fotos que había tenido

─Si señor─ replicó sin mirarlo, Adrien dejo de hablar y fijo su vista en el diseñador, se veía feliz, y que raro se veía eso

─Recuerda reservarme dos boletos de avión para  el encuentro de diseñadores─ musitó y luego se retiró sin esperar la respuesta

─¿Dos boletos?─ comento el menor fijando su esmeralda vista en su secretaria ─¿Ira con Anarka?─ pregunto confundido

─No─ contesto en tono frío ─El otro boleto es para mi─ deja de trabajar y mira a su pupilo ─Hace unos días me pidió que lo acompañe─ concluyó en un tono más cálido

─¿Se van solos?─ cuestionó asombrado

─Si─ respondió con voz neutra ─Espero que hagas tus responsabilidades mientras no esté, Gorilla tendrá todos tus horarios y espero que no lo convenzas de salteartelos─ advirtió severa, el rubio negó

Después de esa charla el rubio se retiró y la mujer continuo trabajando. Nada más paso ese día, las cosas se desarrollaron normal y rutinariamente, cenaron y se fueron a dormir. Al otro día todos se llevarían una  gran sorpresa, faltaban dos días para que Gabriel se fuera y la azabache debía alistar todo.

Un nuevo día se hizo presente, Nathalie como de costumbre hizo sus actividades, llamo a Adrien para que se despierte y luego le llevó el desayuno al comedor, mientras el desayunaba procedió a acomodar los últimos detalles de los horarios de la semana, ya que no estaría y no quería que Gorilla se sobre cargue con todas las actividades que había.

Extrañamente había algunas tareas que ella habia quitado, que ahora se encontraban nuevamente en aquel horario, cambiadas, ya que ella no recordaba haber hecho las anotaciones que leía en su dispositivo.

─¿Paso algo?─ pregunto el modelo al verle las expresiones que hacía

─Anoche borre algunas actividades de tu horario, pero regresaron y encontré anotaciones que no hice─ se quejo mientras corregía tales errores ─¿Estuviste jugando con mi tableta?─ cuestionó enojada

─No, lo juro, deje de usarla desde los diez─ se excusó con temor, sabía lo importante que era ese dispositivo para ella

─No lo comprendo─ susurro ─La semana de los diseñadores empieza pasado mañana y yo ahora me veo retrasada por esto─ se quejo cerrando sus ojos

En ese instante ingreso Gabriel con una sonrisa bastante tétrica en su rostro, el tenía las mejores intenciones, verse feliz, pero fingir no se le daba muy bien y en vez de transmitir felicidad transmitía espanto.

─Buenos días a los dos─ saludo; los demás contestaron de igual forma ¿Podrían venir?, tengo algo que mostrarles─ dijo y se retiró a su despacho

Los contrarios se miraron, y luego decidieron seguirlo, caminaron rápidamente por el pasillo y entraron al despacho, el cual tenia la puerta abierta, ¿que tramaba ese hombre?; apenas ingresaron se toparon con el parado detrás de su computadora, y frente a él había una mujer, delgada, de tez blanca, pelo azulado y llevaba puestas unas ropas de asistente en tonos azules claros combinados con algo de celeste, en su rostro al igual que Nathalie portaba lentes.

─Miren, les presento─ hablo el diseñador con un ligero tono de entusiasmo ─Ella es la señorita Lena Avecoeur─ la mujer se gira y cruza miradas con la azabache ─Ella me estará acompañando durante la semana de diseñadores─ agrego

─Miren, les presento─ hablo el diseñador con un ligero tono de entusiasmo ─Ella es la señorita Lena Avecoeur─ la mujer se gira y cruza miradas con la azabache ─Ella me estará acompañando durante la semana de diseñadores─ agrego

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─Buenos días, un gusto conocerlos─ saludo con mucha alegría mientras movia levemente su mano

─¿Que es esto?─ pregunto Adrien saliendo de su sorpresa, Nathalie no podía ni hablar

─Veras hijo, Nathalie es mi mano derecha, pero también tu niñera─ suspira ─No puede acompañarme y cuidar de ti al mismo tiempo, es por eso que contrate a Lena para que sea mi asistente─ explicó calmado

─¡P~Pero ya soy grande!─ exclamó molesto ─Puede ir contigo─ agrego casi en un susurro

─Ya se que eres grande, pero con los akumas sueltos y la ciudad hecha un lío, me quedaría más tranquilo si alguien queda a tu cuidado.

─Lo tengo a Gorilla─ se excusó

─Adrien, no hagamos una escena frente a la señorita Avecoeur─ suspira ─Ya tome la decisión─ se gira y mira el cuadro de su esposa ─Lena se quedará estos dos días aquí en la mansión para ponerse al día y trabajar en óptimas condiciones durante la semana de los diseñadores, espero se porten bien con ella─ finalizó

─Claro padre─ respondió el rubio y se dispuso a salir de aquel lugar, siendo seguido por una silenciosa Nathalie

─Antes de que se retiren─ interrumpió la voz de la azulada ─Señorita Sancoeur─ hace una pausa ─¿Compro los boletos de avión o debo hacerlo yo?─ pregunto en un tono que a Nathalie le hizo hervir la sangre

─Ya los compré─ contesto sin girarse

Y sin darle oportunidad a objetar algo mas, los dos salieron cerrando la puerta con algo de fuerza.

─Bienvenida abordo señorita Avecoeur─ la felicito el diseñador ─Dígale a Nathalie que se mude al escritorio del ala oeste de la mansión y usted ocupe el suyo, vamos a tener que trabajar arduamente y necesito por ahora únicamente de su asistencia 

─Si señor Agreste, prometo que no lo defraudare─ musitó y se retiró con una sonrisa

Miraculous: El precio de nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora