LXII

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─Cuéntame de ti─ hablo el rubio tomando la taza se café que Ana había dejado allí para ellos, la mujer tomo su tasa también bebió un sorbo y fijo su mirada en el chico

─¿Que quieres saber?─ cuestionó dando otro sorbo

─¿Cuantos años tienes?─ pregunto con pudor mientras sus mejillas se tornaban de un carmesí opaco

La contraria sonríe, toma otro sorbo de café, se cruza de piernas, y deja la tasa sobre la pequeña mesa que había ahí, toma aire y concentra su vista en el menor.

─Treinta y nueve─ respondió sintiéndose la mujer mas vieja del mundo ─Pero no le digas a nadie─ guiña un ojo

─Lo prometo─ dijo en tono bajo, mientras pensaba que lucia más joven

─¿Algo más que quieras saber?─ dijo tomando la taza para dar otro sorbo, ese café estaba exquisito 

─Todo de ti─ replicó; ella ríe

─Ni tu padre me interrogó tanto cuando me entrevistó para este trabajo─ ríe ─Veamos─ empieza a pensar mientras el contrario la mira con atención ─Cuando era niña quería ser modelo─ ríe ─Pero solo hasta los siete─ suspira ─Después quise ser maestra─ bebe café el chico la imita ─Pero la vida te lleva por los caminos que quiere y termine estudiando administración─ desvía su mirada ─Este fue mi cuarto trabajo como asistente─ suspira con cariño ─Y el que más me duro─ da otro sorbo a la taza terminando el contenido

─Guau─ musitó asombrado; no sabia todas esas facetas de su asistente ─¿Tienes familia?─ se animo a preguntar, la contraria sintió un leve dolor en su pecho ante esa inocente pregunta

─Si, mi madre, Adela; mi padre, Christophe, y mi hermana Catherine─ hace una pausa ─Pero llevo tiempo sin verlos

─¿Por que?─ cuestionó con curiosidad

─Bueno. . .algún día lo sabrás con exactitud, lo único que diré es que fue por un mal entendido y desde entonces no los volví a ver ni hablar con ellos─ mira la taza vacía con dolor

─¿Quieres verlos?─ se animo a decir

─No─ suspira ─Estoy bien asi─ desvía la mirada ─Gane una gran familia el día que me aleje de ellos─ regresa la mirada al rubio ─Una pareja de recién casados necesitaba la asistencia ejecutiva de una secretaria de primera, y bueno, esta demás decir que me quede con el trabajo─ guiña un ojo, el chico se emociona

─Cuéntame como fue─ hablo con ilusión

─Bueno, tus padres recién se casaban, y habían comprado esta casa, tu padre ya era el gran Gabriel Agreste, y a tu madre le costaba muchísimo seguirle el ritmo, así que decidieron contratar una asitente─ suspira ─Como el contratador era el numero uno de la moda, imaginarás que había muchas aspirantes al cargo, recuerdo que hice la fila durante dos horas─ ríe ─De verdad quería este trabajo, el sueldo era bueno y me quedaba muy cómodo, ya que vivía a unas cuadras─ hace una pausa ─Cuando llegue recuerdo que la entrevista fue en el despacho de tu padre, el gran cuadro no estaba, y su escritorio era más chico del que ahora es, Emilie me miró con aquellos ojos verdes que cautivarán a cualquiera, y tu padre, bueno, el me miró con indiferencia mientras leía mi carta de presentación, en ese momento me entraron unos nervios terribles, pero la sonrisa que me regalo tu madre me tranquilizó muchísimo─ sonríe calidamente, el rubio la imita ─Tras una serie de preguntas minuciosas, Gabriel extendió su mano y me felicito, lo había logrado, como primera tarea me toco salir afuera e informar al resto que el trabajo había sido conseguido, las demás me odiaron, pero no te voy a mentir, lo disfrute.

─Eres la mejor─ musitó el chico como si ella fuera una especie de super héroina

─Y aquí estoy desde ese entonces─ concluyó con alegría

─Sabes todo entonces─ acotó con tranquilidad

─Si─ ríe ─Soy la tía soltera de la familia─ bromeó ─Vi a tus padres crecer como pareja, y te vi crecer como el fruto de su amor─ esboza una sonrisa ladina, su tono de voz se impregnó con melancolía

─¿La extrañas?─ pregunto bajando su mirada, esa pregunta era dolorosa, pero debía hacerla, el ya casi ni la recordaba, necesitaba saber aunque sea un poco más sobre su madre

─Más que nunca─ respondió con tranquilidad ─Era una mujer llena de luz, sonreía siempre, y casi nunca estaba triste─ hace una leve pausa ─Me atrevo a llamarla amiga, porque eso fue para mi, aunque a tu padre no le gustara─ ríe

─¿Que le gusta a papa?─ bromeó, ambos rieron ─Bueno tal vez si algo le guste─ la mira, ella se avergüenza

─Adrien─ lo reto con sus mejillas teñidas de rojo

─¿Puedo saber como fue?─ pregunto con pudor, ella suspiro

─Ni yo lo se─ contesta tranquila ─Aveces pienso que el encierro en esta mansión me llevo a quererlo de otra forma─ desvía su vista ─Pero mi experiencia con Paul me hizo darme cuenta que no, tu padre es un hombre excelente, tranquilo, cálido, y por sobre todas las cosas decidido con lo que quiere─ lo mira ─Por su familia es capaz de hacer cualquier cosa, y eso lo valoro muchísimo─ Adrien entendio esto último, se refería su faceta como villano, quien diría que eso seria suficiente para conquistar a una mujer

El sonido de unos tacones interrumpio la charla, Lena había entrado en la sala sorprendiéndolos, y causando una gran molestia en la azabache, había dejado de odiarla, pero su presencia en la mansión le molestaba muchísimo.

─Buenas tardes─ saludo, el modelo fue el único en devolverle el saludo ─Adrien necesito hacerte una pregunta, ¿puedes venir?─ dijo con una sonrisa

─Claro, quédate aquí─ le dijo a su asistente, esta accedió con molestia

El rubio siguió a la azulada, hasta llegar a otra habitación, una lo suficientemente lejos como para que la de mechón rojo, no pudiera espiarlos.

─Tu padre me puso a cargo del viaje─ comento entre risas ─Quisiera saber si ya decidiste cuantos amigos vas a invitar, así preparo los pasajes

─Seran cuatro─ respondió con tranquilidad ─Chloe, Marinette, Nino y Alya─ los nombró uno por uno ─¿Podrías avisarles de mi parte?

─Claro, déjamelo a mi─ respondió tranquila

─¿Te quedarás?─ pregunto con pudor

─Solo unas horas─ guiña un ojo ─Ya se que a Nathalie no le gusta que este aquí─ sonríe

─Lo se─ ríe también ─¿La podemos molestar un poco?

─No Adrien, o tu padre puede quedarse sin viaje─ guiña un ojo ─Luego te aviso lo de tus amigos, vuelve con ella antes de que la ansiedad la mate─ rie y vuelve con Gabriel

Adrien esboza una sonrisa y regresa con su asistente, de verdad la ansiedad la mataría si seguía esperando, odiaba que alguien más se encargue de sus asuntos.

Miraculous: El precio de nuestro amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora