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Capítulo siete: la despedida.



Raymond Toro, el rector, entró minutos después. Planilla en mano, rostro serio pero pacífico, mano derecha del director. Les sonrió antes de tomar asiento en el escritorio frente a ustedes, suspiró y acomodó su corbata antes de hablar.

 "Veo que se están llevando mejor, espero que pudieran tener todo el tiempo para pensar en lo que hicieron para estar en detención, chicos, sé que no son malos y que meterse en problemas puede ser una forma de escapar de otras cosas, así que espero que les haya servido y no quiero verlos más por aquí, ¿entendido?"

Querías preguntarle si le había dado aviso a tus padres, pero viste como Gerard se levantaba y firmaba la planilla, para luego caminar hasta la puerta con su mochila en mano, ¿a caso estaba esperándote? Caminaste rápido hasta el escritorio y firmaste algo tembloroso la hoja, Raymond suspiró, cerrando la planilla, y te miró.

"No les di aviso a tus padres, Frank, pero deberías hablar con ellos, ¿sabes?"

Asentiste, agachando la mirada hasta tus manos que sostenían las correas de tu mochila, saliste del salón y Gerard estaba esperándote en el pasillo, te miraba interrogante, decidiste ignorarlo y comenzar a caminar lento por el pasillo vacío, él te seguía en silencio.

"Así que... supongo que nos veremos mañana." Dijo casualmente, como si de pronto fueran amigos de toda la vida, mientras que con su dedo tocaba las paredes de su lado en lo que caminaba, observándote.


"No es necesario que estés cerca de mi por... ya sabes, lástima."

 Explicaste tu punto, él bufó, comenzando a bajar las escaleras que los llevarían hacia afuera de la preparatoria.

"Dono veinte dólares al año a Greenpeace, y es por la lástima que siento hacia los osos polares, Iero, tú no eres un oso polar."

Por alguna razón su comentario te había dado risa, y reíste, mirando hacia otro lado para no encontrarte con sus ojos interrogándote.

"¿Qué es tan gracioso?"

"Que pienses que con veinte dólares salvarás al mundo, Gerard."

Él elevó su puño, quería impactarlo contra tu hombro, lo leíste en sus intenciones. Cuando viste su acción te encogiste en tu lugar, cerrando los ojos, esperando el impacto.

La cuenta regresiva en tu cabeza.



Tres, dos, uno.


Pero el impacto nunca llegó.

"Es sólo una forma de decir que no siento lástima hacia las personas, Iero." Dijo en cambio, abriste los ojos confundido, pero lo viste ya cerca de la salida, mirándote con un deje de tristeza en sus finas facciones.

"¿Entonces nos vemos mañana?"

Volvió a preguntar, y asentiste, parpadeando lentamente mientras veías como se iba.

las otras cosas. » frerard.Where stories live. Discover now