18.

784 123 10
                                    

Capítulo Dieciocho: Lo Imborrable.

"No te entiendo, Frank, ¿qué es lo que borró?"

Estaba preocupado, lo sabías por el timbre tembloroso de su voz, por como te abrazaba fuerte contra su cuerpo, aunque el receso hubiera terminando y algunos alumnos los miraran curiosos y prejuiciosos. Pero tú no dejabas de ahogarte en lágrimas e intentos de explicaciones que llevaban a Gerard al borde de la impaciencia.

"Frank, explícate."

Te tomó de los hombros, intentando que te detuvieras y pudieras mirarlo a los ojos, como si eso ayudara, cansado de las miradas de sus compañeros, tomó de tu mano y te llevó hacia un costado de la preparatoria, un lugar más privado.

"Frank, dime... ¿qué es lo que borró?"

"A ti, Gerard." Murmuraste, dejando que tu espalda descansara contra la pared, sosteniéndote de ella por momentos, mientras que el aire sonaba con hípidos a través de tus labios rojos y rotos por el desgaste de morderlos incesantemente.

"N-no te entiendo, pero... está bien, Frank, él no me borró, ¿entiendes? Porque estoy justo aquí ahora, contigo."

"No entiendes..."

"Pues explícame." Te miró impaciente mientras caminaba de un lado a otro, vigilando de vez en cuando los alrededores para verificar si nadie estaba espiándolos; cuando pudiste respirar con normalidad, sin sentir que el nudo en tu garganta te ahogaba, decidiste responder.

"M-me da vergüenza decírtelo."

Casi estiró de su cabello, quisiste reír por lo impaciente que era, pero volvió a interrogarte con la mirada.

"No debes sentir vergüenza conmigo, por dios."

"Está bien, pero... promete que no te burlarás o algo."

"Frank..."

Te miró extremadamente serio.

"dime por qué dices que me borró."

"Promételo, Gerard."

"No me voy a burlar, lo prometo."

Suspiraste, bajando tu vista a tus zapatos, él parecía no comprender todo lo que te costaba decir aquello, en tu mente sonaba demasiado fácil, se acercó a ti, lo viste por tu vista periférica y porque todos tus sentidos te ponían alerta, estaba mirándote fijamente, sin perderse ninguno de tus movimientos, levantaste tu cabeza y lo miraste a los ojos. Qué conveniente que estuvieras recostado contra la pared, porque él podría acorralarte justo ahora.

"Él te borró de mis labios."

"Sigo sin..."

"El viernes, cuando regresé a casa, él... él te borró de mis labios, la brisa de verano, él..."

Y de nuevo habías roto la promesa muda de no volver a llorar, pero él sostenía tu rostro mientras lo hacías, impidiendo que pudieras cubrirte para que él no viera el desastre personificado que eras. "Frank, él no puede borrarme..."

Susurró, como si fuera un enorme secreto, como si eso salvara tu pellejo.

"porque... estoy justo aquí ahora, frente a ti, y si me dejas, puedo estar aquí, y... aquí."

Su mano tocó tu sien y luego tu pecho, el lado izquierdo.

"Él no podrá alcanzarme allí, no podrá borrarme más, te lo aseguro, Frankie."

Lo miraste ahora, su rostro terriblemente cerca y una de sus manos aún en tu mejilla, mirándote como si fueras un tesoro perdido, como si valieras algo más que la pena.

"¿No estás mintiendo?"

Tu voz pequeña, lastimada, saliendo por tus cuerdas vocales casi silenciosa y esquiva, querías que él no te escuchara decir aquello, pero lo hizo.

"No, no podría."

"¿Y qué hay de mis labios?"

Él sonrió ladeado, como si estuviera esperando por esa pregunta desde hace mucho.









las otras cosas. » frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora