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Capítulo Nueve: La Confianza.


Están en las gradas, salteándose clases porque Gerard logró convencerte mientras se acercaba a ti por sobre la mesa de la cafetería, hablando muy cerca de tu rostro mientras te lo ordenaba, las ideas de Gerard eran como una orden.

Estaba fumando un cigarrillo mientras veía hacia la cancha despejada, sus ojos añiles no contrastaban nada con su personalidad, ni siquiera su falda, esa que se alzaba mientras sus piernas estaban cruzadas y dejaban ver parte de su pálido muslo, apartaste la mirada en cuanto giró su rostro hacia ti, pero no te veía, veía hacia un costado, donde una chica pelinegra y con dos coletas, venía hacia ustedes.

"Ella es Lindsey."

Murmuró Gerard, en lo que le sonreía a la chica que caminaba sonriente hasta ustedes, la falda de aquella chica era realmente corta, aunque sus medias le llegaban hasta las rodillas, te quedaste tieso en tu lugar cuando ella llegó hasta Gerard y le estampó un beso en los labios, Gerard rió y miró hacia ti.

"Linds, él es Frank, el chico del que te hablé. Iero, ella es Linds, mi mejor amiga." 

 La mirada de la chica se posó sombría sobre ti, pero no dejaste que te intimidara mucho, después de todo ella se acercó hasta ti y dejó un beso rápido en tus labios, te quedaste con los ojos abiertos como platos, luego ella rió y acercó sus labios hasta tu oído para susurrar palabras que lograron que sintieras escalofríos:







"Frank, yo creo que deberías asesinarlo."







Sabías a qué se refería. A quién.

Luego se alejó y se sentó del lado de Gerard, quitándole el cigarro en lo que comenzaba a hablar sobre una chica que le gustaba, te sentiste algo incómodo; pensaste que Gerard no le diría a nadie y ahora, esa chica lo sabía, miraste hacia la cancha de fútbol americano, te dieron ganas de escapar y golpear algo, de salir corriendo, sentías que ahora eso que tanto escondías, tarde o temprano estaría en la boca de todos, sentiste una opresión en el pecho, como si quisieras huir, así que te levantaste y bajaste corriendo las gradas, sentiste la mirada de Gerard y de Lindsey sobre ti, pero no te detuviste, las lágrimas estaban cristalizando tus ojos, haciendo que vieras borroso y que picaran, escuchaste que Gerard le murmuró algo a su amiga.

"Linds, ¿qué mierda le dijiste?" Y luego sus pasos bajando las gradas igualmente, caminaste rápido por la orilla de la cancha, las líneas blancas eran un patrón que debías seguir hasta llegar a los vestidores, y a los baños.





"¡Iero!"



 No te detuviste con su primera orden, simplemente porque no querías que viera que estabas llorando, es que los recuerdos de la noche anterior se repetían como un vídeo corto en repetición automática, abriste con fuerza la puerta de los vestidores y este estaba vacío, luego cruzaste la parte de los casilleros cerrados de los jugadores del equipo de la preparatoria, estaba vacío también. Al igual que los baños, el lugar donde te habías metido por último, en uno de los cubículos te sentaste en el suelo y cerraste la puerta, respirando en silencio, intentando suprimirte, deseando que no te encontrara y que olvidara el tema, deseando desaparecer.

"¿Iero?" ¿estás por aquí?"

 Viste sus pies por debajo de la puerta, caminando de un lado a otro, golpeando las puertas vacías de los demás cubículos, hasta que simplemente sus pies se detuvieron frente a la puerta en el cubículo en el que estabas.

"¿Frank?"




"¡Vete!"





Le gritaste, haciendo que tu voz se quebrara, escuchaste su suspiro y viste como sus pies no se alejaban. "Déjame entrar." Ordenó, sin importarle que le hubieras gritado que se fuera, bufaste, escondiendo tu rostro en tus piernas, intentando normalizar tu respiración, mientras escuchabas el golpeteo incesante de uno de sus pies, sabías que estabas colmando su paciencia. Tu espalda estaba recostada contra la pared, mientras que tus brazos abrazaban tus piernas.

"Linds no le dirá a nadie, es mi mejor amiga." Dijo, como si eso en verdad ayudara. "Ahora... déjame entrar, ¿bien?"

"¡No tenías derecho a divulgarlo!"

 "Sólo se me escapó... no fue con intención, ella... bueno, anoche me llamó y no tenía nada que contarle, digamos que... simplemente comencé a hablarle de ti y se me salió." Así que un chisme de amigos. 

 Escuchaste nuevamente como suspiraba y suspiraste igualmente, ¿por qué estabas dándole tantas libertades a este chico? Estabas resentido. Estiraste uno de tus brazos, abriste la cerradura, cuando él escuchó el "click" abrió la puerta, te moviste sobre el piso, dándole espacio a la puerta para que se abriera, te miró asombrado y bajaste tu mirada hasta tus zapatillas, él entró y cerró, el lugar era demasiado pequeño, pero de todas formas miró al piso con asco, y sin mediar palabras, se sentó delante de ti, cruzando sus piernas, haciendo que su falda se alzara ligeramente, lo miraste.

"Hola." Murmuró, con una sonrisita naciendo en sus labios rosas, una nerviosa.

"Hola." Murmuraste con voz llorosa.










las otras cosas. » frerard.Where stories live. Discover now