Un sinestésico puede, por ejemplo, oler los colores, sentir el sabor de las palabras o texturas, oír las sensaciones e incluso hay quienes pueden llegar a ver el aura de las personas relacionándolas con colores y percibiendo sus emociones.
➻Donde B...
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GOTAS COLOR ESCARLATA
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Ben caminaba a paso presuroso rumbo a la casa de Joe; apenas dieron el timbre de salida y él se escabulló de sus amigos diciendo que tenía que ayudar a su abuelita con algo y debía volver rápido a casa. Alan frunció el ceño a punto de protestar pero el rubio no le dio tiempo a decir alguna palabra más, simplemente dio la media vuelta y se fue.
Tenía en su mano una bolsa con medicamento que su abuelita solía darle cuando enfermaba de tos y dentro de su mochila había conseguido meter una de sus cobijas pensando en que Joe la necesitaría para ya no pasar frío.
Detuvo sus pasos, respiró agitado viendo la colina y sus manos se movieron nerviosas; ese lugar siempre ponía sus sentidos alerta. Observó su mano derecha, aun había un poco del color violeta de Samy y Ben sonrió cándidamente sintiendo la protección de su amigo; aspiró la fragancia a jugo de uva y el color desapareció casi por completo.
Una vez llegando, abrió la puerta de la casa e instintivamente cubrió su nariz ante el molesto olor a metal.
—¡Joe! He venido tan pronto como terminó la escuela, traje medicamento de mi casa, ya verás que después de tomarlas te sentirás mejor —. Saludó entrando al lugar —¿Joe?
Al no recibir respuesta pensó en que tal vez el niño se encontraba dormido; caminando a paso suelto y animado fue hasta la habitación de su amigo.
Pero Joseph no estaba.
—¿Estás en el baño? —Alzó la voz pero tampoco tuvo respuesta.
Solo el sonido sordo de la puerta cerrándose.
Una sensación de pesadez lo envolvió; pasos fuertes retumbaron en el piso y antes de que pudiera moverse una mano firme apretó su hombro.
—Qué alegría verte otra vez, niño bonito.
Su hombro dolió como si estacas de hielo se clavaran en su piel; con la hyper-sensibilidad a frote Benjamin se giró librándose del toque encarando al hombre.
—Vine a buscar a Joe —. Tartamudeó, sus mentón y ojos temblaron incapaz de resistir al aura tan dominante que tenía el hombre frente a él.
—Mírate niño, estás sudando ¿gustas agua? —El hombre sonrió con un ligero rastro de burla, se alejó sirviendo agua en un descolorido vaso de plástico.
