Capítulo 13

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¿Había algo mejor que la calma de la casa de Josh? Ese lugar era mi refugio porque allí nadie podía alcanzarme, porque allí no existían reglas, porque allí era simplemente yo pero de algún modo la soledad no me alcanzaba como cuando estaba sola en el departamento. Ese lugar era paz y calidez para mí. Josh era como un fantasma. Estaba dentro aunque no sabía si estaba durmiendo de nuevo (lo que hacía la mayor parte del día), ahogándose con una taza de té (lo que hacía muchas veces), o pintando (lo que hacía la mayor parte del día cuando no dormía). Su perro, un labrador dorado que había sufrido mis inquietas manos de pequeña sin nunca resistirse, estaba sobre el sillón descansando a mi lado. Pobre animal. De solo pensar en todas las veces que lo había bañado o sometido a tratamientos de belleza de pequeña (y él nunca había hecho algo más que ceder completamente) sabía que tenía merecida una vida llena de galletas y comida.

Eso mismo hice al entregarle una Walkers que el perro aceptó con gusto y tragó al instante. Estas galletas eran peor que la droga y atentaban contra cualquier bien público. Era increíble la cantidad de inbox que tenía preguntando por lo sucedido ayer por la noche mientras estaba en Facebook. Al parecer mi pequeña discusión con Cam no había sido tan discreta como había esperado. Por suerte, existía un maravilloso botón que implicaba aparecer como desconectada en el chat. Aún así, eso no evitaba los mensajes privados demandando explicación. La gente enloquecía por un buen chisme. Borrarlos no era una opción y yo no era una cobarde pero no estaba de ánimos para hacer la falsa y cortés respuesta sonriente que debía dar a todos. Lo mismo que haría cuando el asunto me azotara el lunes frente a frente, una sonrisa falsa y decir que todo estaba bien.

Suspiré mientras la pequeña burbuja roja seguía aumentando el número que indicaba la cantidad de mensajes. Tan solo había entrado a la maldita red social para ver si lograba sacar algo del perfil de David. Conecté mi Ipod y pasé un álbum de fotos sobre su estadía en Dublín el verano pasado. Fotografías de él y su hermano y el laboratorio en el que habían estado además de la ciudad. No me arriesgaría a perderlas si alguien borraba la cuenta. Nada como una red social para que otros sepan todo sobre tu vida y te acosen. ¿El MI6 recurriría a Facebook? Contuve una sonrisa de solo imaginar a los espías haciendo algo similar, por alguna razón la imagen no encajaba en mi mente. Tal vez no lo harían. Idiotas, no había nada para investigar la vida de alguien como una red social. Por alguna razón a la gente le encantaba publicar sus vidas en Internet, como si fuera necesario demostrar que tenían una.

Sabía que era imposible pero de todos modos probé mi suerte e intenté entrar al perfil de Ric Cribs luego de terminar de dar vuelta la página de David. Nada. Perfil privado. Tendría que averiguar cómo romper esa seguridad. Según lo que había escuchado, de parte de los Geeks del instituto y no del Servicio Secreto, la seguridad de una cuenta privada era tan fácil de romper que hasta la profesora Sanchez de español principiante (una mujer que no sabía utilizar ni una calculadora básica) podría romperla si sabía cómo. Tendría que hablar con los jóvenes hackers. A este paso terminaría comprando más Skittles para Mik y teniendo un contacto en Anonymous en el futuro.

Volví a la página de inicio y levanté las cejas con curiosidad y sorpresa al ver las nuevas fotografías subidas por un estudiante. La fiesta se había descontrolado aún más luego de mi partida, sobre todo porque de algún modo Sam y Victor Levingston habían terminado comiendo crema del vientre plano y pálido de una Cam sin camiseta. El labrador dorado levantó la cabeza y se acercó para ver aquello a tiempo que yo suspiraba y negaba con la cabeza. Esto no estaba bien, Cam no debía ir por ahí. No me importaba si ella era falsa y mala, no metería ni a mi peor enemigo (que fuese un pacífico y ordinario civil) en contacto con este doble mundo en el que ahora estaba metida.

Me metí al perfil de ella. Me había eliminado como amiga en Facebook pero su página todavía seguía siendo pública, nada como cero seguridad en Internet y exponerse totalmente. ¡Y nada tan doloroso como perder un amigo en Facebook! ¿En serio la gente esperaba una gran reacción con algo así? Ya podía escuchar los susurros entre los estudiantes, Cam me había eliminado de Facebook. Increíble escándalo. Esto tenía que ser una broma. Era ridículo y patético hasta el punto de la lástima. Por favor, había tenido una pistola contra mi cabeza. Observé la última actualización de estado de Cam.

Valentino (Pandora #2) **Disponible en físico y e-book**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora