Todos los caminos conducen a la fiesta

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Un par de semanas después.

En Nueva York.

—Está en su oficina —Momo no necesitó ni siquiera preguntarle a Eunha por Chaeyoung. En cuanto la asistente la vio cruzar por la puerta, le indicó donde se encontraba la pequeña.

Para la jovencita no valía ni siquiera la pena apartar la mirada de su celular, directamente bastaba con señalar. El caso es que la presencia de Momo, de Sana y por supuesto de Mina y de las tres niñas que venían con ellas había pasado a ser constante en el estudio de tatuajes, y ni hablar de que ahora la lista en color "arcoíris" de la pequeña había aumentado a un considerable número de personas.

Momo no se frenó para preguntar si la pequeña estaba ocupada o no, la japonesa ya sabía que estaba de color arcoíris para la pequeña y sabía perfectamente que eso significaba un pase libre en cualquier momento. Lo que sí la hizo frenar fue el sepulcral silencio que casi nunca había en el estudio. Subió su cara y dio un vistazo panorámico, todas las estaciones de los tatuadores estaban vacías. Momo regresó sus pasos, murmurando por lo bajo cada vez que tenía que saltar algún inflable que estaba tirado por el piso o una Barbie que había quedado rezagada por allí, y se frenó en el escritorio de Eunha.

— ¿Qué demonios pasa aquí? ¿Alguien tiró una bomba? ¿La rari sacó a pasear a raroncilla de su jaula? —fue esta última pregunta la que hizo reír a Eunha y la que hizo que la jovencita se demorara en contestar para actualizar la cuenta de twitter elgranrarón

Después de que le mostró a Momo su brillante tweet, réplica del chiste de la japonesa, ambas rieron y la joven contestó.

—Sabes que Chaeyoung empieza sus clases el próximo lunes, ¿cierto? —la japonesa asintió.

La noche anterior Mina se había encargado de demostrarle a Chaeyoung lo orgullosa que estaba por eso y el resto de los humanos lo tuvieron que escuchar.

—Ni me hagas recordarlo, menos mal que las niñas estaban de visita en el hogar —ojalá ella hubiera decidido aceptar la invitación de la hermana Spencer para hacer un retiro espiritual esa misma noche.

Eunha asintió—. Te entiendo. Esta mañana vivimos lo mismo aquí cuando Mina apareció de repente y se encerró en la oficina de Chaeyoung —Momo giró los ojos. Por supuesto que ella había visto llegar a la castaña en un estado más que deplorable a la oficina—. Demás está decir que se encargó de echar a patadas a la chica sobre la cual Chaeyoung estaba trabajando —una novia celosa era igual a menos clientes.

Momo volvió a girar los ojos—. ¿Por eso se fueron? —señaló los puestos vació del resto de los tatuadores—. Sabía que el palidito idiota ese le tenía miedo a los orgasmos, ni una sola vez escuché a Sana—

—No se fueron por eso —la interrumpió Eunha—. Chaeyoung los despidió —informó como si estuviera contando una pavada.

Por tercera vez en la mañana, Momo volvía a girar los ojos—. ¿Otra vez? ¿Y ahora por? —era como la vigésimo cuarta vez que los echaba.

—Porque es imposible que los chicos dejaran pasar el hecho de que Chaeng vuelve al colegio —contó Eunha y Momo empezó a entender—. No iban a parar hasta que Chaeyoung no se muriera de la vergüenza —agregó.

Momo rio.

— ¿Qué le hicieron? Por favor dime que no superaron mi broma de la mochilita.

La japonesa se había encargado de regalarle una hermosa mochila de Bob Esponja a la pequeña. Cuando Chaeyoung atinó a dársela a su hija, Momo se la quitó y le dijo que era para el rarón. El color de Chaeyoung fue de un fucsia instantáneo que creció aún más cuando la japonesa sacó uno de los preservativos que había puesto en la mochila y le dijo que era para el "recreo" del rarón y que no le iba a venir mal cuando lo tuviera que usar con alguna de las porristas del instituto.

No Soy Para Ti - Michaeng G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora