Capítulo 3

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En contraste de la recepción, la oficina del director no era monótona, pero si grande como todo lo que pudo ver del Source.

Cerca de la puerta, se hallaba un librero orgulloso, lleno de libros de estudio del cerebro, cuerpo humano, tratamientos experimentales y novelas. En las paredes blancas colgaban tres pinturas de las cuales, dos eran paisajes: el cuadro de la derecha, un paisaje de un lago nevado en medio de las montañas invernales; El de la izquierda, una playa al anochecer, un arte pacifico. Aunque el cuadro destacado, era el del centro, el más grande, el retrato de un hombre, alrededor de los sesenta años., apoyado a un bastón de madera, de traje café oscuro, casi negro, barba canosa perfectamente cortada y una mirada intensa, que lograría inquietar a cualquiera.

En el escritorio había un teléfono, una máquina de escribir algo deteriorada por el uso y una placa escrita "Doctor Gastón Mercier- Director". Por si la placa de la puerta no fuese Suficiente, te lo volvía a recalcar.

El doctor Mercier lucia físicamente, en los primeros años de los cincuenta. Cabello negro azabache, perfectamente peinado, canas visibles solo para el ojo observador, cejas gruesas, mandíbula cuadrada, arrugas en todo el rostro y un ceño eternamente fruncido.

La intensa mirada del director comenzaba a inquietarlo, sus ojos cafés inspeccionaban cada parte de su cuerpo sin disimulo, e incómodamente Jean desvió la mirada, sintiendo que su alma estaba siendo juzgada.

—Buenos días, director Mercier, soy Jean Leblanc el nuevo...

—El nuevo doctor— interrumpió irritado — no sabía que fuese tan joven Sr. Leblanc. Mis amistades hablaron muy bien de usted. Sin embargo es curioso que no mencionaran su edad ¿Tiene alguna experiencia en hospitales psiquiátricos?

—Aun no, pero fui de los mejores en mi clase, tengo veinte y cinco años. Aprendo muy rápido y soy responsable —respondió nervioso, tanto por las preguntas, como por su voz demandante.

Jean estaba confundido, hace una semana recibió una carta del doctor Mercier, ofreciéndole trabajo en su prestigioso psiquiátrico. Al inicio no podía creerlo, acababa de graduarse de la universidad y ya le ofrecían trabajo, nada menos que en un hospital tan prestigioso como el Source. Jean estaba orgullo de sí mismo, tantas noches de insomnio y sacrificios valieron la pena.

En la universidad, tuvo muchos amigos, no obstante, al inicio no fue muy sociable, solo quería leer sus libros y aislarse de los demás. Todo cambió cuando conoció a Dimitri, que lo llevó a bares y le inculcó a convivir con nueva gente, o como su mejor amigo decía "salir de su caparazón". Ahí fue donde conoció a muchas personas, que deseaban conocerlo, pero no a Dimitri, que tenía un aura peligrosa. Jean fue cortes con esas personas, pero nunca hasta el punto de formar a una amistad, no quería que su amigo fuese excluido.

Su personalidad extrovertida, atrajo a sus compañeros de clase y a conocidos del bar que buscaban un alma sincera con la cual hablar y divertirse. Esos fueron los mejores años de su vida, tenía una vida social activa, pero nunca dejó de lado sus estudios, logró encontrar el equilibrio entre el deber y la diversión. Al no desviarse de su objetivo, prefiriendo estudiar, cancelando su asistencia a ciertos "eventos" en época de exámenes, consiguió ser el mejor de la clase, que seguramente sus allegados comentaron a los amigos de sus amigos y así el doctor Mercier se enteró de su existencia, o eso es lo que Jean pensó, porque ahora el director no se veía muy convencido de contratarlo, ni siquiera parecía conocerlo.

— Interesante, pareces un chico inteligente, te pondré a prueba por tres meses y si logras impresionarme trabajaras aquí oficialmente—aunque fueran buenas noticias, el mal presentimiento no se iba.

—Gracias, no le defraudaré.

En la esquina del escritorio, estaba una foto enmarcada que no notó al entrar. En la foto blanco y negro posaba una familia, el doctor Mercier se paraba detrás de dos niños, una chica y un varón, junto una mujer de unos cuarenta años que le resultaba extrañamente familiar.

¡Ah!

Ya recordaba, conocía a la mujer de la foto, la vio de vez en cuando cotilleando con su madre en París. Ahora entendía todo, no lo contrataron por sus buenas notas o su esfuerzo. Su madre hablo con la esposa del Dr. Mercier para que este influyera en su decisión y le den el trabajo.

Jean se sentía decepcionado, pensó que todo su esfuerzo fue recompensado, pensó que lo veían apto para un gran hospital como el Source, pero la realidad le heló la sangre. Su madre intercedió por él.  Su madre, no creía en sus capacidades de conseguir un buen trabajo por su cuenta. Jean era un tramposo, un mantenido que no podía hacer nada sin la ayuda de sus padres ¿Todos los médicos en el Source fueron contratados por sus familias influyentes? ¿O él era el único inmoral?

Sinceramente esperaba no ser el único, si solo el fuese el deshonesto, la culpa lo destrozaría. Sentía que le quitaba el trabajo a alguien mejor, alguien más capacitado.

Jean sabía que no se merecía el trabajo, sabía que lo correcto era negarse a la oportunidad que el doctor Mercier le ofrecía, pero no podía, bueno, no es que no podía, la realidad es que no quería, estaba confundido. Por un lado, su madre le facilito el camino, Jean fue el mejor en su clase, era el más responsable e inteligente, de una u otra forma lo contratarían en el Source ¿no? Su madre solo aceleró el proceso unos cuantos años. Pero por el otro lado, aun no se lo merecía, era joven e inexperto ¿Si fallaba? ¿Si por su falta de experiencia lastimaba a uno de sus pacientes?

¿No podía ser egoísta por una vez en su vida? Siempre quiso trabajar en el Source, cuando su padre le inculcaba la disciplina militar, él añoraba ayudar a las personas, deseaba ser doctor, quería salvar, en lugar de matar. Su falta de interés en el arte de la guerra, frustraba a su padre, que no entendía como su hijo resulto, tan diferente a él. No entendía cómo podía aborrecer sus enseñanzas militares. Su único hijo, su niño, era un soñador, un idealista de una paz que nunca existiría.

La frustración del que su hijo fuese su opuesto, lo orilló a tratarlo con frialdad, ignorarlo y esa actitud fría, creó resentimiento en el joven Jean, un niño sensible, que se prometió nunca ser como su padre.

Aunque su madre trataba de calmar la tensa atmósfera en la casa, Jean prefería escaparse para disgusto de su madre. Se perdía horas en la biblioteca, su santuario leyendo libros hasta el anochecer.

En el transcurso de su juventud rebelde conoció a Amelie , la mujer que cambiaría su mundo.

— Sr. Leblanc, Sr. Leblanc.

— Disculpé Dr. Mercier, perdí la noción del tiempo.

— No se preocupe, le comentaba, aquí en el Source tenemos habitaciones disponibles para nuestros profesionales, ya que algunos de nuestros pacientes necesitan supervisión constante y estamos ubicados a diez kilómetros del pueblo más cercano, lo más recomendable es que nuestros doctores se hospeden aquí. Pero si lo desea puede hospedarse en Gien, le proporcionaremos un carruaje que lo traslade cada día, aunque claro, el costo lo descontaríamos de su salario.

—Preferiría quedarme en una de las habitaciones, me gustaría estar cerca de mis futuros pacientes— respondió.

Jean decidió quedarse, tal vez la forma en conseguir el trabajo, no fue honorable, pero se negaba a renunciar a su sueño. Él siempre hablaba de ayudar personas, hacer lo correcto, sabía que al quedarse se convertía en un hipócrita, pero no le importaba, tendría que vivir con la culpa. Este era su destino, no dejaría que sus sentimientos arruinasen esta oportunidad. Mostrará al Dr. Mercier y a sí mismo, en esos tres meses de prueba, que, de una u otra forma, él se merece este trabajo.

¿Todos los doctores en el Source fueron contratados al igual que él? ¿Fueron contratados por la influencia de sus familias? ¿Estaban capacitados? Por primera vez en su vida Jean, se asustó del poder de sus padres.

—Sabia decisión—respondió el doctor Mercier parándose—. Tengo un buen presentimiento con usted, estoy seguro que no nos decepcionará—comentó con una sonrisa.

Decidido a ser digno, se levantó del asiento ofreciendo su mano. Luchará para ser el mejor doctor en el Source— Gracias— apretaron sus manos, sellando su destino.

Al salir de la oficina escuchó— te pareces a tu madre.

PARANOIAWhere stories live. Discover now