Capítulo 6

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11 de abril de 1914.

Una tormenta azotaba la comuna Lyon. Hace no más de una hora, que Joanne termino de comer, así que decidió ir a la sala con otros pacientes por aburrimiento. No sabía dónde el paradero de Yannick, pero no importaba, lo más seguro es que estuviese con su nuevo doctor. No quería hablar con nadie, las voces de su cabeza le pedían aislarse. Agarró una silla de la sala y la puso contra la ventana para observar el aguacero.

Sentada frente a la ventana, observó como las gotas de lluvia que empañaban los vidrios, distorsionando la visibilidad del jardín. Las nubes estaban tan grises, que parecían casi negras.

Comenzó a dibujar corazones, letras y patrones inentendibles en el vidrio empañado. De repente una corriente de viento le toco la espalda, sorprendida buscó la fuente, encontrando una ventana abierta en el otro extremo de la sala, disgustada se propuso a cerrarla, pero una enfermera se adelantó, separándose de un hombre mayor, que afectado por el frío estornudo de forma continua, la enfermera preocupada cerró con fuerza la ventana provocando ruido que todos los presentes escucharon.

Suspirando regreso su atención a las gotas de lluvia. Joanne no recuerda hace cuánto tiempo ingresó a ese lugar. Al principio intento llevar la cuenta, pero terminó olvidando. Los días pasaron y pasaron, su concepción del tiempo se vio afectada, ya no sabe cuántos años pasaron, no sabe cuántas lunas contó, ya ni siquiera sabe qué día es, ¿sábado? ¿Domingo? No lo recuerda. Solo sabe qué año es 1914, recuerda como festejaron en el comedor, las enfermeras le sirvieron pavo al horno y decoraron el lugar con globos, en año nuevo. Sabe que podría preguntar a cualquier enfermera que día era, pero no confiaba en ellas, no confiaba en nadie. ¿Y si le mentían? ¿Si se aprovechaban de su ingenuidad que haría? No podía arriesgarse.

Las voces hablaron al mismo tiempo, no entendía, solo podía escuchar ruido que le provocó migraña, sus manos se posaron en los lados de su cabeza masajeando con movimientos circulares intentando calmar el dolor, odiaba cuando las voces hablaban al mismo tiempo, ¿Por qué lo hacían? solo le causaban dolor, ni siquiera podía entenderlas, talvez debió tomar su medicina y no engañar a la enfermera reteniendo la tableta en su boca, hasta que, al no ser vista, lo botó en el inodoro.

Los minutos pasaron, pero el dolor no se iba, Joanne le rogó a las voces que se calmaran, que al menos hablaran una por una, ya no quería sentir dolor.

— ¿Joanne estas bien? — dijo una voz, volteando vio a Yannick, parado a su lado mostrando preocupación en su rostro de rasgos fuertes. Las voces se detuvieron, el dolor cesó, las voces hablaran una por una. "Al fin" pensó

— Ahora estoy mejor — respondió con una sonrisa.

Aléjate de él

Es malo, no lo escuches

Solo quiere lastimarte, escapa, escapa, escapa

Escapa, escapa, escapa.

Corre, corre, corre.

— ¿De nuevo las voces? — preguntó asustado, acariciando su cabello con cariño.

— Sí, como siempre.

Yannick agachado frente a ella, sostuvo sus manos, mirándola a los ojos — ¿Por qué no hablas con el doctor Leblanc? — irritada Joanne se dispuso a discrepar, pero Yannick se adelantó —. Sé que no confías en los doctores y sé que Bonnaire es tu doctor, pero, Leblanc es amable, siempre sonríe y no te mirara con frialdad, Joanne. El doctor Leblanc me dijo que siempre debemos decir lo que sentimos, que si no nos comunicamos nuestro sufrimiento solo nos afectara a nosotros mismos.

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