La noche era lluviosa, completamente oscura y los truenos y relámpagos hacían su aparición con cada estruendo.
El pequeño Peter Parker dormía plácidamente hasta que el sonido provocado por la tormenta logró despertarlo, asustado se levantó de la cama y miró su pequeño reloj de Mickey Mouse que estaba sobre su mesita de noche, las 2:30 de la madrugada. Corrió hacia la habitación de su tía May al escuchar el sonido de un trueno.
— ¡Tía May! — gritó cuando entró a la habitación y sacudió a su tía que estaba durmiendo, los truenos eran más fuertes.
— ¿Peter? — preguntó sentándose en la cama, aún somnolienta y confundida — ¿Qué haces aquí? Son las… — miró la hora en su celular — 2:30 de la mañana, aún es muy temprano.
— tengo miedo, tía — dijo abrazando a la mujer y apretando con sus pequeñas manos su camisa de dormir, al escuchar nuevamente los sonidos del exterior.
—oh, cariño — dijo acariciando con suavidad el cabello de su sobrino — ¿Quieres dormir aquí está noche?
El pequeño de 5 años asintió frenéticamente y de manera rápida se acomodó en la cama de la mujer, está lo arropó y le dio un maternal beso en la frente, que logró apaciguar los temores de aquel muchacho.
— ¿Quieres que te cuente una historia?
El niño volvió a asentir. Su tía le contaba sin falta una historia nueva todas las noches y a él le encantaba oírlas, a veces de superhéroes, caballeros y princesas, otras veces de aventuras, acción y amor; siempre tenían una temática diferente y original.
— Hubo una vez una princesa increíblemente rica, su cara angelical y sus distintivos rizos color chocolate la volvían la mujer más bella del pueblo y ella leía tanto que además de ser hermosa era la doncella más sabia e inteligente de aquel lugar. — comenzó la historia dejando al pequeño entre sus brazos.
» Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando un joven caballero de cabellos castaños y brillante armadura, se explicó diciendo:
— espera, tía — el pequeño interrumpió la historia — ¿Cómo se llamaba el caballero?
— Mmm… — May fingió pensar — ¿Te parece si lo llamamos Peter Parker?
— ¡Por supuesto! — dijo alegre y con una gran sonrisa en su rostro — pero espera, no podemos darle nombre al caballero y no a la princesa ¿cómo sabrá con quién tiene que casarse luego?
May soltó una risita, él ya sabía que terminarían casándose.
— tienes razón, no puede casarse sin saber su nombre — ambos asintieron — ¿Qué nombre le quieres poner? — esta vez pensó de verdad — ¿Qué te parece Michelle? Es un nombre bastante bonito y si hubiera tenido una hija me habría gustado que se llame así.
— me gusta — pareció meditarlo, para luego asentir — entonces la princesa se llamará Michelle, continúa — dijo sacudiendo su pierna con impaciencia.
» — Esa piedra representa lo más valioso que le puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincero, porque aún no es suyo y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.
