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Jupiter 3

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La siguiente semana después de ese encuentro en el supermercado fue un tobogán de emociones para el rubio, emociones que por supuesto se vieron potenciadas por el estado en el que se encontraba, las hormonas le jugaban malas pasadas y de rato en rato se le podía ver llorando mientras hacía su comida o en la ducha mientras se lavaba el cabello. Steve SABÍA que quizá en otro momento no le habría importado su rechazo... incluso lo habría entendido pues ningún alfa querría a su lado a un omega así... defectuoso. Pero justo ahora su corazón estaba completamente desprotegido por todo ese torbellino de emociones que el cachorro en su vientre le regalaba.

Y aunque su estado de ánimo era bastante depresivo el rubio tenía un plan bastante riguroso que seguir y que no podía evadir pues era parte del contrato. Todos los días desayuno y vitaminas puntuales a las 8 de la mañana, su dieta era fieramente controlada por el nutriólogo asignado quien tenía un plan para cada día, desayunos, comidas y cenas eran controladas. Las citas de control en la clínica dos veces por semana y una caminata de una hora diaria le ayudaron a pasar de alguna forma el mal trago.

Ahora en su nuevo departamento las cosas le resultaban más sencillas pues la zona era mejor y no tenía que preocuparse por la seguridad o incluso las distancias. Steve no podría trabajar en los siguientes 7 meses y medio que le quedaban de embarazo pero ahora que conocía mejor la zona esperaba poder rentar algún local y abrir su propio negocio que le permitiese mantenerse a si mismo sin la necesidad de depender de nadie más.

El dinero que le pagarían sería más que suficiente para poder emprender y sabía que había ciertos negocios que eran permitidos para los omegas... tendría entonces que escoger algo lo bastante neutro que no le trajera problema alguno y que le ayudara a mantenerse por su propia cuenta a futuro.

-¿Has sentido algún malestar en estos últimos días?-

La doctora Potts le observó con cuidado mientras esperaba una respuesta del rubio. Steve no desprendía aroma alguno pero no hacía falta olerle para percibir su tristeza. Ella sabía que un embarazo podía ser un sube y baja de emociones pero Steve en este último chequeo lucia completamente opaco. Como si el brillo de sus ojos hubiese sido emborronado por una tormenta.

-Algunas mañanas me dan nauseas... lo he anotado todo detalladamente en la bitácora-

Su voz apagada e impersonal hablaba de lo lejos que estaba el rubio del consultorio en ese momento. Quizá su cuerpo estuviese ahí pero su mente definitivamente estaba en otro sitio.

-si, eso veo... llevas sin dormir bien las últimas dos semanas, pero no presentas ningún malestar físico. Tus análisis de esta semana están impecables... ¿hay algo que te preocupe?... sabes que cualquier cosa por mínima que sea es importante para el bienestar del cachorro-

-Lo se... el sueño simplemente se me escapa por la noches y encontrar una posición cómoda para dormir es difícil desde que me han prohibido dormir boca abajo...-

En parte sus palabras eran mentira y en parte eran verdad. Steve tenía que dar mil vueltas por el colchón antes de lograr acomodarse y no porque su vientre estuviese abultado pues el embarazo era apenas notorio... más bien era esa prohibición de dormir boca abajo lo que no le permitía acomodarse... eso y pensar en el nombre tatuado en su muñeca..

-ok... te recetaré algunos calmantes y con suerte podrás dormir de corrido esta noche. ¿Hay algo más de lo que quieras hablar?.-

Ella presiono un poco más mientras Steve, nervioso, se aseguraba de cubrir con su suéter la piel de su muñeca al tiempo que intentaba evadir su mirada.

Jupiter Where stories live. Discover now