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Jupiter 4
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En días lluviosos como esos Steve prefería no salir de casa, quedarse bajo resguardo y procurar en lo posible no padecer frío alguno pues sabía que esas gotas frías que caían del cielo  probablemente le harían enfermar.

Sin embargo ahí estaba Steve en el supermercado enfundado en una chamarra impermeable color azul vibrante y sus botas de plástico rojas para la lluvia.

Lo había intentado, Dios sabía que había intentado suprimir el antojo. Pero había sido una batalla perdida desde el inicio. La semana pasada había probado un pedacito de pastel de vainilla y fresas que habían colocado para los clientes como muestras y esa mañana había despertado con el antojo haciéndole salivar.

Casi podía imaginar la dulzura de las fresas y la suavidad del bizcocho en su paladar. Steve prefería evitar ese supermercado pues no quería encontrarse con Tony de nuevo así que había cambiado de tienda, pero aún así tenía que ir cada dos semanas pues solo ahí podía encontrar las barritas de proteína que le habían recomendado.

Buscaba siempre ir o muy temprano cuando apenas habían abierto la tienda o casi al cierre. Creía que quizá así las posibilidades de encontrarse con el alfa se reducirían pero ahora eran ya las 4 de la tarde y ya que el clima era horrible había poca gente en la tienda.

Se apresuró por los pasillos para llegar al área de panadería. El embarazo aún no era notorio pero el rubio prefería no pasar mucho tiempo ahí, aún podía darse el lujo de mantener oculto bajo su chamarra el gafete pues a pesar de que ya tenía 14 semanas y su pequeña barriga era bastante notoria cuando estaba desnudo o con una playera pegada ahora usando esa chamarra pasaba completamente desapercibido.

Nadie le dedicaba más de dos segundos pues el rubio pasaba como un simple beta, lo cual le daba muchísima tranquilidad, tranquilidad que sabía pronto se acabaría cuando su vientre creciera y fuera totalmente obvio su estado... era ridículo quizá pero a Steve le ponía muy nervioso pensar en tener que andar por la calle con ese gafete, su enorme vientre pero sin aroma alguno. Incluso había pasado algunas noches sin poder pegar el ojo rogándole al cielo porque ese gafete fuese advertencia suficiente para que la gente se frenara de hacerle daño alguno.

-Finalmente...-

Susurro frente a la vitrina con ojos brillantes y prácticamente relamiéndose los labios como un gato frente a un tazón de leche tibia.

-Quiero este, por favor.-

Le pidió al dependiente y este asintió tomando el pequeño pastel para empaquetarlo. Mientras esperaba se permitió darse el gusto de apreciar los otros pasteles, todos se veían bonitos pero ciertamente no todos se le antojaban, como el de chocolate oscuro que de solo verlo de inmediato le revolvió el estómago. Steve había tenido algunas náuseas durante estas semanas pero nada de cuidado, la enfermera decía que era bastante afortunado pues el embarazo apenas le daba "molestias".

-vainilla y fresa es también mi combinación favorita, pero en donas-

El sonido de esa voz le hizo respingar de igual forma que lo hubiera hecho si fuese un asaltante quien le estuviera hablando.

Tony había pasado los últimos días visitando ese supermercado, pasaba por ahí una vez al día en horario al azar con el esperanza de que quizá los astros se alinearan de nuevo a su favor y esta vez tomar la oportunidad en vez de rechazarla, buscando volver a encontrarse con el rubio, así que ese día cuando lo vio frente a la vitrina de la repostería casi había dado un brinco de victoria y se había apresurado a acercarse a él, claro que no había sido su intención asustarlo de esa forma.

-tranquiló, no salgas corriendo de nuevo por favor-

Le susurro bajo y algo apenado detrás de sus gafas de color purpura.

Steve una vez repuesto del susto que suponía volver a encontrarse precisamente a la persona que había estado evitando frunció los labios con disgusto.

-¿que quieres?-

Sabía que su tono era rudo y aunque su instinto prácticamente le estaba picando por intentar agradar al alfa frente a él, Steve se resistió a caer en el maldito sopor de su aroma.

-escucha... la última vez empezamos, EMPECÉ, YO, yo empecé con el pie equivocado-

Tony se fue corrigiendo conforme iba hablando al ver el ceño fruncido del rubio frente a él.

-No estuve bien, quiero decir fui un idiota que no debió rechazar un regalo tan especial... como lo es encontrar a tu destinado en el supermercado mientras intenta hacer trampas en su dieta...-

El gesto de Steve cambió al escuchar eso último y fue inevitable que un gesto algo más amigable se dibujase en su rostro.

-Bien, eso es mejor, te queda mejor la sonrisa que ese ceño fruncido. No, espera no lo pongas de nuevo...-

Esta vez Steve no pudo evitar reírse pues el hombre frente al él hablaba disparates. Pero después de un par de segundos de pensarlo acepto que si, probablemente ambos habían empezado con el pie izquierdo. Con un suspiro se rindió al instinto que le urgía por ceder frente al moreno.

-Me llamo Steve Rogers, un gusto conocerte Tony.-

De nuevo el rubio extendió su mano hacia Tony y de nuevo el cosquilleo casi eléctrico le recorrió el brazo al rozar la piel morena del contrario con este tono su mano.

-Lo se... llevó tu nombre tatuado en la piel... quiero decir en una forma literal, romántica, pero también literal-

-disculpe, aquí tiene-

El dependiente extendió su pastel y Tony se apresuró a tomarlo antes que Steve.

-si lo quieres tendrás que hablar conmigo...-

Los ojos de Steve se abrieron con sorpresa cuando vio al moreno caminar con su pastel hacia las cajas. De inmediato volteó de nuevo a la vitrina con la esperanza de encontrar otro y no tener que seguir a Tony pero ese era el último.

-¡Stark espera!-

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Me da ternura imaginarme a Steve con su Abrigo azul y sus botitas rojas...

Jupiter Where stories live. Discover now