Ash II: Regreso

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Capítulo II

«POV Ash»

~Regreso~

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Siempre me ha perseguido un tipo de suerte, un tanto extraña y precisa. Mientras buscaba la forma de llegar a Pueblo Paleta, escuché conversar a una pareja de viajantes en el centro Pokémon con la enfermera; ambos lucían bastante preocupados por haber extraviado a su pequeño Pokémon que los acompañaba.

Siguiendo mi instinto, y ese llamado a la amabilidad que a veces brota de mí, me acerqué a ellos y les ofrecí mi ayuda. Con Pikachu, no tardé en localizar al escurridizo Pichu que se escondía en el jardín trasero del centro Pokémon.

El pequeño solo quería jugar.

Gracias a esto, la pareja me preguntó si iba a algún lado tras ver mi mochila de expedición. Al responder Pueblo Paleta, una sonrisa invadió la cara de la mujer, informándome que ellos, pasarían por ahí. Por lo cual, llegaría a pueblo Paleta pasado del medio día.

Pero antes, como mi madre no quiere que llegue sin avisar, tomé mi móvil y marqué a casa.

—Mamá, soy Ash.

«Hola hijo, que bueno que llamas, tengo algo que decirte»

—Mamá, estoy llegando a pueblo Paleta, a más tardar estoy mañana al mediodía en casa.

«¿Te enteraste lo de Misty?»

—Sí, mira hablamos cuando llegue.

«Pero Ash, es que tengo que...»

—Mamá. Conversamos en cuanto llegue, la señal se va a cortar en cualquier momento.

«Ok, no digas que después no te avise» me cortó.

Así es, mi linda y dulce madre me cortó la comunicación. Suspiré y me acerqué a la pareja que esperaba en la lancha para partir.

Regresar a Pueblo Paleta... era algo que siempre me emocionaba pero sobre todo esta vez. Parado en la proa, recibiendo la fría brisa del mar, esperaba poner los pies en Kanto, y empezar mi nueva misión. La restauración del Gimnasio Celeste.

Fue un viaje de lo más tranquilo, la pareja de viajantes era muy amables, y la comida de la señora... ¡Deliciosa!

Estaba muy agradecido con ellos cuando me dejaron en el puerto que hay cerca de pueblo Paleta. Tras una reverencia ambos siguieron su camino, no sé a dónde iban pero yo ya estaba donde necesitaba estar.

Ni bien salí del puerto, mi celular comenzó a sonar varias veces. Llamadas perdidas de mi madre. Según la hora eran más de la dos de la tarde, creo que seguro está preocupada. No respondí, le dije a Pikachu que se afirmara de mi hombro y empecé a correr camino a mi hogar.

Cuando llegué a la casa en la que nací y me crié antes de iniciar mi viaje pokémon, entré y había mucho movimiento adentro, Mr. Mime estaba usando su poder psíquico para acomodar los muebles en la sala y mi madre estaba cruzada de brazos mirando la mesa.

—¿Mamá? —le dije y ella desvió su mirada hacia a mí, pero esta vez no estaba la enorme alegría que demuestra siempre.

—Hijo —soltó y volvió a mirar la mesa. Me acerqué y noté que había tres puestos y no dos como solíamos ser.

—¿Esperas a alguien? —le pregunté, pero no me respondió a lo preguntado, si no que me ordenó ir a lavarme las manos.

Subí las escaleras y me metí en el baño a lavarme las manos y la cara. ¡Demonios! Si mi madre me recibía así después de tres meses por no responderle el teléfono, no me quiero imaginar si me hubiera visto con la barba y el pelo suelto.

Bajo el Mismo TechoWhere stories live. Discover now