Ash VII: Destino

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Capítulo VII

«Pov Ash»

~Destino~

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Hay situaciones en la vida que están marcadas por el destino, o bien, por la misma estupidez de uno.

Sin pensarlo, y por la rabia que cargaba en contra de mi propia organización, fui a gastar energías al gimnasio oculto, un lugar que ya no es mío; le pertenecía a la persona que me observaba delante mio.

¿Por qué no pensé que me estaba exponiendo? ¿Es que ella necesitaba realmente saber la verdad? Cerré los ojos cuando la vi reaccionar, pronunciando mi nombre. Solo me acomodé en el suelo, y la miré, también diciendo su nombre.

No me esperaba que cayera de rodillas y me abrazara, repitiendo mi nombre como si fuera a desaparecer en cualquier momento. Me tomó del rostro y me llenó de besos, para luego abrazarme otra vez. Yo no podía creer su reacción, hasta que se puso tiesa... ¡Ok! Si la conozco bien, había estado en el cielo, y ahora se venía el infierno. Bajé la mirada cuando ella repitió que estaba vivo...


—¡Yo...! —susurré


—¡Maldición Ash! —protestó— ¡Estabas vivo, maldito idiota! —trató de golpearme, pero pude esquivarla, saltando hacia atrás— ¡Ven aquí, necesito que ajustemos cuentas!

—¿A golpes? —le pregunté, tenía el ceño fruncido y estaba llena de rabia.

—No pues —contestó, aunque era latente su ironía—, si quiero darte un abrazo y un gran beso por estar vivo.

—No te creo —le dije extendiendo mi brazo frente a mí, mientras retrocedía.

—¡Ven! —me pidió moviendo los dedos de su mano derecha—. No te haré daño —Esta claro que no le creí, ¡La conozco! Ella se moría por darme un golpe, y yo no iba a dejarme. Logré esquivarla muchas veces, al parecer estuvo holgazaneando un poco, estaba bastante descoordinada...

—¡Te has puesto lenta, Misty! —solté causando que solo se enojara más.

—¡Ya verás! —con ayuda del traidor de mi mejor amigo, que de un chispazo me impidió correrme, Misty pudo tomarme para azotarme contra el piso, traté de tomarla y se resistió muy bien, al punto de ahorcarme con su brazo mientras apretaba mi espalda con su rodilla.

Me odié tras eso, porque por pura reacción del cuerpo, me defendí y fue ella la que voló varios metros.

—¡¡Idiota!! ¡¡Me dolió!! —se levantó frotándose con las manos la espalda. Yo, ahora, solo extendí ambas manos frente a mí, como si quisiera levantar una barrera entre ambos para que ya no nos lastimáramos entre nosotros, pero era claro que esto no iba a terminar tan fácilmente.

Después de eso, ya no pude esquivarla por más que lo intentara, me mandó a volar, una, dos, diez , terminé perdiendo la cuenta de las veces que me tomó y me lanzó. A decir verdad, muchas de las veces simplemente dejé que se desquitara, pero estaba cansado, y ella también.

Estábamos tan exhaustos, que decidí terminarlo de una vez, esperé que se acercara para un nuevo golpe, la tomé por detrás de la rodilla y la tiré al suelo, quedando sobre ella, inmovilizándola completamente.

Nos quedamos quietos, simplemente mirándonos, tratando de que nuestras respiraciones se normalizaran de alguna forma. Pude ver como sus ojos verdes formaban un par de lágrimas que se rebalsaron de sus ojos; llevé mi mano hacia su rostro y por medio de una caricia en su mejilla, limpié el rastro de las lágrimas.

Bajo el Mismo TechoWhere stories live. Discover now