Especial Delia III

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Capítulo III

«PoV Delia»

~Lecciones~

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Caminaba por el pueblo un tanto preocupada, Daisy había insistido que fuera a su casa porque quería hablar sobre un asunto importante. Esperaba de corazón, que la pequeña Rose estuviera bien y no le pasara nada grave.

Llegué hasta la casa de Tracey, me atendió Daisy con una sonrisa, pero se notaba su preocupación; preocupación que se fue de mí, cuando vi a la pequeña Rose tomada de uno de los bordes de su corral buscando la forma de salir de ahí. Y apenas iba a cumplir seis meses.

—¿Estás bien? —le pregunté y me negó con la cabeza— ¿Paso algo con Tracey? —era la única opción que se me ocurría, claro, hasta que ella me recordó que faltaba otra opción— ¿Misty?

—Sí, estoy preocupada por mi hermana —comentó indicándome el sillón, luego ella se sentó a mi lado, colocando su mano derecha en la mejilla—. Se fue hace diez días de pueblo Paleta y nadie sabe dónde está, no ha llegado a ciudad Celeste todavía, temo que algo le haya pasado. ¿Usted sabe algo?

—Pues —¿Cómo decirle lo que sucede? —, pues creo que me comentó algo de que iba a ir a entrenar —respondí con una sonrisa nerviosa, por suerte Daisy no era una persona muy fijada en los gestos, porque logré convencerla.

—Seguramente —suspiró—, quizás haya pasado a isla Espuma donde le gusta entrenar.

—Sí, además —le tomé ambas manos y la miré con una sonrisa—, ella está con Pikachu, sabemos que él nunca permitirá que a Misty le pase nada.

—Puede ser... —la vi bajar la mirada, haciendo que su cabellera amarilla le cubriera gran parte de su rostro.

—¿Pasa algo más?

—Tengo miedo de que mi hermana pueda hacer alguna tontera —comentó sin mirarme—. Se negó a recibir ayuda, yo sé que, aunque ella no lo diga, está sufriendo mucho por Ash, y...

—Tranquila...

—A veces siento que tengo la culpa de que Misty sea como es, que no demuestre sus sentimientos, que sea tan cerrada que uno nunca sabe que está pensando, sintiendo...

—¿Cómo puede ser tu culpa?

—Misty tenía la edad de Rose cuando nuestros padres murieron, tenía diez años cuando tuve que hacerme cargo de criarla —corrió la mirada hacia la cuna donde Rose ahora intentaba mover cojines hacia una punta con la cabeza y al no poder, desquitaba su mal genio con un pobre muñeco de Octillery—, con las chicas siempre fuimos pesadas con Misty, tratamos de que crezca diferente a como nosotras éramos. Sufrimos mucho por la ausencia de nuestros padres, pero ella nunca nos demostró nada. Nunca se quejaba, nunca protestaba, si la marginábamos, ahí se quedaba... La única vez que nos reclamó algo fue cuando nos dejó, que de la nada explotó... y temo que quiera volver a hacer lo mismo ahora, que explote de golpe y huya de todos, una vez más.

Aquellas palabras me llegaron bastante fuerte, yo siempre me he visto perdida en los recuerdos de mis diecinueve años donde me encontré sola con un bebé, pero Daisy era apenas una niña cuando tomó la responsabilidad sobre sus hermanas.

—Tranquila —le dije abrazándola—, Misty está bien, muy bien. Yo lo sé... confía en mí —le pedí, cuando ella me regresó el abrazo—. Nada malo sucederá con ella... si, al fin y al cabo, hiciste un buen trabajo con Misty.

...

La conversación con Daisy me dejó un poco melancólica, llegué a casa y subí hasta mi habitación, abrí el closet y saqué una caja donde tenía muchos recuerdos guardados. La apoyé en la cama y le saqué la tapa, lo primero que apareció fue una de las rosas blancas que recibí del abuelo de Ash, informándome en código lo que había sucedido con mi hijo.

Bajo el Mismo TechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora