El pequeño hijo

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-¡Hey Niño! -Un auto iba a paso lento tras un pequeño niño rubio, el cual al parecer, volvía de la escuela. -¿Otra vez solo? ¿Cuando vas a entender que si te veo solo, te voy a robar? -La persona que conducía el auto era una mujer, de unos 25 años de edad.

-¡Ya déjame en paz! -El pequeño Niño apresuraba el paso. -Ya te dije que no iré a ningún lado contigo y mi mamá ya te lo dijo.

El auto aceleró y se puso delante de él.  La mujer bajó y en ese instante el niño intentó escapar sin éxito. Con dos pasos que la chica diera, lo alcanzó y ya lo tenía cargando para subirlo al carro.

-¡No! ¡Mei bájame! -Pataleaba y le golpeaba la espalda. No podía evitar empezar a llorar. -¡No quiero!

-¡Vamos Naruto, así sólo serás mío!

-¡No! -Finalmente Naruto pudo zafarse, gracias a una patada que le dio a Mei en el estómago y salió corriendo hasta su casa.

Su mamá, su abuela y él vivían en un pueblo de Japón, muy alejado de las grandes ciudades. No era un pueblo muy común y en general lo habitaban grandes bandas de Yakuzas. Mei pertenece a una de ellas y esas personas en general consiguen lo que quieren con base a la violencia y ella quería a Naruto costase lo que costase. Solo había un pequeño impedimento, Kushina, la madre de Naruto.

-¡Mamá! -El Niño entró llorando a su casa y corrió a abrazar a su mamá.

Vivían en un lugar muy humilde, pero nadie se metía con ellos. La familia Uzumaki era muy respetada en el pueblo, debido a que Kushina en su tiempo fue una buena asesina de una gran Banda de Yakuzas y hoy en día esa Banda era la más grande de Japón.

-Hijo... -Lo abrazó muy fuerte y entendió que es lo que pasaba. La abuela de Naruto salió de su habitación y tomó al Niño para protegerlo. Mientras Kushina, con katana en mano, salió a enfrentar a Mei. -Ya te dije que dejes en paz a mi hijo, no te lo vas a llevar. -Acercó la katana hasta el cuello de esa mujer que perpetuaba a su hijo.

-Cálmate... solo quiero llevármelo. Ese Niño es adorable y cuando crezca... ¡Va a ser mi hombre! -La mujer, sin miedo alguno y con su dedo índice, apartó la katana de su cuello. -No podrás protegerlo por siempre Kushina. -Naruto y su abuela Mito salieron a ver la escena. -¡Y tu Naruto, no te ocultaras por siempre en las faldas de tu mamá! ¡Y cuando eso pase, por fin serás mío! -Exclamó

La mujer enfatizó su risa mientras volvía al auto y se marchaba de los territorios Uzumaki. Kushina llevó de nuevo a la casa a su madre y su hijo. Pasaron un buen rato sin decir una sola palabra mientras se miraban a los ojos en el comedor.

-Estoy harta... un día, sin que nos enteremos, esa mujer me quitará a Naruto y no volveremos a saber de él.

-Pero hija no podemos irnos de aquí. Estas tierras son importantes...

-¡Como lo es mi hijo! -Su madre calló al instante. -Solo quiero que tenga una infancia normal, no quiero que pase por lo mismo que yo. Y solo conozco una persona que puede ayudarme, me debe mucho y no puede decirme que no. Después de todo él es su hijo.

-¡Yo no me quiero ir! ¡Aprenderé a defenderme! -Al escuchar a su madre, no pudo evitar darle un golpe a la mesa en señal de reclamo.

-¡Cállate! No quiero que vivas enfrentando a esa mujer idiota. Aquí tan solo harás que te roben y te violen. ¡Te llevaré a un lugar donde si podrás aprender más que solo patear y morder!

Ya siendo de noche, Kushina ordenó a Naruto irse a la cama mientras ella arreglaba sus cosas para marcharse a Tokio por la mañana. Toda la noche se la pasó charlando con Mito, quien no dejaba de llorar porque dejaría de ver a su nieto. Pero Kushina tenía razón, si no lo sacaban de ahí no tendría más que ser secuestrado por Mei, incluso ella sabía que no podría darle algo mejor que una educación común y ella quería que su hijo resaltará más que cualquier otra persona y ese pueblo no le daría nada más que terror a su pequeño hijo.

El hijo del Hokage Where stories live. Discover now