Capítulo 5

30.3K 1.6K 637
                                    


MARFIL

Cuándo abrí los ojos me di cuenta de que mi mejilla reposaba contra un folio arrugado. Lo cogí medio dormida y leí la nota que me había dejado Liam.

No he querido despertarte. Te mereces descansar. Nos vemos el miércoles para cenar y ver una peli. Te quiero, preciosa.

Sonreí divertida. Me gustaba sentir que las cosas seguían siendo iguales. Bueno, más o menos, porque aunque nuestra cita de los miércoles de cenar e ir al cine seguían en pie, mi yo interior sabía que todo había cambiado. Me giré para ver la hora en el reloj que tenía en la mesita de noche.

¡Las once y media!

—¡Joder!

Pegué un salto y corrí hacia mi armario. Me puse unos vaqueros y una camiseta de algodón a rayas blancas y rojas, me calcé mi botas de motera y fui directa al baño para lavarme la cara y los dientes. Tenía una marca en la mejilla derecha por culpa de la nota de Liam, pero no podía detenerme a maquillarme.

Salí pitando de mi habitación, y pegué un grito cuando vi allí a Sebastian, vestido de calle con unos vaqueros claros, una camiseta normalita de color oscuro y unos botines Nike de color blanco.

¿Ese era el mismo Sebastian que me había recogido ayer en el aeropuerto y parecía más un director de banco que un guardaespaldas?

Estaba bebiendo café, una de mis tazas blancas con corazones tocaba en ese instante sus labios y un cortocircuito consiguió que me mareara un poco y tuviese que sujetarme contra la pared que tenía a mis espaldas.

Estaba tremendo.

«¡No me asustas, más bien me enamoras!» Me hubiese gustado gritarle. Pero tenía amor propio, así que intenté recuperarme con dignidad, si es que me quedaba algo de eso.

—Voy tarde—contesté acercándome al armario de la cocina y estirándome de puntillas para alcanzar mi termo rosa. Un brazo se estiró encima de mi cabeza y lo cogió por mí. Cuando me giré, con él mucho más cerca de lo que me esperaba, tardé unos segundos de más en coger el termo que me tendía.

—Gra-gracias—dije rodeándolo y cogiendo la leche para calentarla, ponerle miel y luego cerrar mi termo a la velocidad de la luz.

—¿Nos vamos?

Sebastian asintió, cogiendo su chaqueta vaquera y poniéndosela con fluidez.

Abrí la puerta sin mirar hacia atrás y llamé al ascensor. Su presencia me incomodaba, no podía evitarlo. Me ponía muy nerviosa lo atraída que me sentía por él. Cuando entramos al ascensor y su fragancia a Hugo Boss me llegó hasta mis sentidos creí que tendría un orgasmo allí mismo.

También me inquietaba cómo iba a ser nuestra rutina dentro de la facultad. Entendía que su forma de vestir tenía que ver con que iba a entrar conmigo a todas mis clases y que me vigilaría todo el rato, pero me preocupaba lo que la gente pudiese pensar de los dos. No quería que nadie supiese que él era mi guardaespaldas, por eso cuando llegamos al coche, no hice lo del día anterior sino que me senté en el asiento del copiloto.

—Debes sentarte detrás, Marfil.

Otra vez ese cosquilleo al oírlo pronunciar mi nombre en voz alta.

—No eres mi taxista, Sebastian—dije disfrutando también al sentir su nombre en mis labios. —No quiero que nadie sepa cual es tú trabajo y si llegamos a la facultad conmigo sentada detrás, la gente empezará a hacer preguntas.

—Los cristales de atrás son antibalas, es por tu seguridad.

Me puse el cinturón sin hacerle caso.

MARFIL © (1)Where stories live. Discover now