ℂ𝕙𝕖𝕣𝕟𝕠𝕓𝕪𝕝

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La casa de Emma era muy linda y acogedora.

Esto ya era una tradición, el ir a la casa de uno de los tres una vez cada dos semanas para ver una película. Esa semana le tocaba a Emma y con gusto los acogió.

— ¿Cuál va a ser la primera película que vamos a ver? —Ray preguntó, mirando el maravilloso televisor pantalla plana en la pared de la sala, moviéndose algo inquieto en el sofá para encontrar una posición cómoda.

Emma miró su televisor antes de mirarlo a él, una sonrisa malévola creció en sus labios al momento en que su vista se posó en Ray.

— Primero vamos a ver Terror en Chernobyl.

Pudo escuchar como la respiración del azabache se entre cortaba, se ahogo una carcajada.

Amaba lo paranormal, tenía una colección completa de películas y libros honoríficos en uno de los estantes de su habitación y esa colección aumentaba cada vez que estrenaban algo nuevo del género.  Ella ya conocía las reacciones de sus mejores amigos ante este género, Norman ni se inmutaba ante el suspenso y los jumpscares, por el contrario, Ray odiaba con su alma todo lo que tuviera que ver con fantasmas; espíritus demoniacos; sangre; etc.

— Bien, excelente. —se quejó, pareciendo molesto. — Sabes lo mucho que odio estas películas, Emma.

— No es mi culpa que te de miedo unos simples sustitos, Ray. —tomo la defensiva, ahogándose la risa burlona que amenazaba de salir de su garganta apretada. — Además, esta película es un asco, solo la pondré para que se preparen psicológicamente para lo que viene.

El albino arqueo una de sus cejas en curiosidad.

— ¿Cuál será la segunda?

Hizo un sonido pensativo, luego otra sonrisa la adorno.

— Evil Dead.

— Esa película es excelente. —habló Norman como si nada.

— ¡Cierto! Es buenísima.

Mientras tanto, Ray se estaba reprimiendo, volteando su cabeza hacia atrás en la cabecera del sofá mientas su garganta hacia un sonido rondo de arrepentimiento. Los dos chicos rieron ante la actitud del azabache.

— Bien, ustedes quédense aquí mientras yo voy a calentar las palomitas. ¿Va?

Norman alzo su pulgar en aceptación. Emma asintió y los dejó.

El puesto a su lado del sofá se hundió, dándole a entender que Norman se había sentado a su lado. Un suspiro se elevó por la sala, el albino siempre la utilizaba cuando quería que le prestaran atención, así que Ray en son de mala muerte le dedico una mirada de reojo.

— ¿Qué?

No habló por varios segundos, fue cuando una sonrisa apareció en su rostro cuando le dio por abrir la boca.

— No puedo creer que aun te de miedo estas películas. —el tono era suave, confortante, pero con una pizca de burla. Ray no puedo evitar fruncir el ceño. — Se te perdona los jumpscares, cualquier ser humano se asusta ante los sonidos elevados y cosas saltando hacia ellos, pero por Dios Ray, ya tienes diecisiete.

No dudo segundos para que su mano derecha se levantara y su dedo medio se alzara. Norman rió ante la acción.

— Ya, ya. —dejo que una risa se escapara de su garganta, dedicándole una sonrisa acogedora. —Perdón.

Bajó su mano y suspiró. No espero a que el albino siguiera hablando para cerrar sus ojos y relajarse, canalizando paz y tranquilidad en sus adentros.
No creyó que Norman siguiera con la conversación.

— Si tanto miedo tienes de verla, podrías venir y acurrucarte conmigo.

— ¿Qué?

Ahora ojos azules y grises se miraban fijamente, los de Norman brillando como zafiro pulido y los de Ray carecían de este. El azabache pellizcó su expresión en confusión.

— Que si tienes miedo, puedes venir y acurrucarte. Dicen que mientras más cerca estas con una persona durante momentos de terror, más seguros se sienten.

Sus mejillas se colorearon de un rosa fuerte. ¿Ese imbécil lo decía enserio?

— No me acurrucare contigo, Norman. Puedo proteger mi trasero yo solo, gracias.

Casi se ríe ante lo que dijo, pero lo retuvo en su garganta.
El aroma del ambiente ya olía a palomitas, el ligero y repetitivo sonido de los granos de maíz explotando se oía desde la cocina hasta la sala de estar.

— Está bien. —volvió su mirada hacia el televisor, recordó la película que verían, y en un abrir y cerrar de ojos y su cerebro haciendo un motón de conjugación por segundos, sonrió. — Ray.

— ¿Ahora que?

— ¿Vienes de la explosión de Chernobyl? Porque está muy radiante el dia de hoy.

Sus parpados se abrieron y lo miró.

No había notado que de repente sus mejillas habían tomado una tonalidad roja como la fresa.

— ¡Emma! ¡Apúrate con las palomitas, por favor!

Norman no evitó reír.

⦅ℙ𝕚𝕣𝕠𝕡𝕠𝕤⦆ - 𝙽𝚘𝚛𝚖𝚊𝚗 𝚡 𝚁𝚊𝚢  [CANCELADO]Where stories live. Discover now