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Cuarenta y cinco

— Vas a quedarte con Haeri, yo voy a trabajar. Regresaré, no dejaré a mi bebé tanto tiempo contigo, ¿vale?

Jimin lo observó molesto, acunó al bebé en sus brazos una última vez para después dejarlo en la cuna.

— Mira Yoongi, entre los dos, yo soy el que tiene más instinto materno así que vete antes de que me hagas enojar.

— Me da miedo dejar dos niños en casa,—dijo fingiendo estar preocupado.

Su novio lo empujó a fuera de la habitación de su hijo y le cerró la puerta en la cara.

— ¡Ya vete!

Oyó las risas burlonas a lo lejos, sin embargo, recién abrió la puerta cuando la principal emitió un chirrido. Se giró hacia su hijo y lo vio despierto moviendo sus puños.

— Mi pequeño bebé al fin se fue el ogro.

Lo observó minuciosamente tratando de llegar a quien se parecía más, aunque estaba tan pequeñito y de color rosada que aún no se distinguían bien los rasgos, pero de algo estaba seguro; sacó sus labios. Eso le puso muy contento.

— Fuiste bendecido bebé.

Tomó a Haeri y lo llevó al salón, se recostó en el sillón meciendo suavemente sus brazos. Tenía tanto amor para darle a su bebé.
Buscó su móvil de dentro de su bolsillo y comenzó a sacarle fotos. Algo que siempre había notado era que las madres siempre subían fotos de sus bebés, algunas veces muy cerca de sus pequeños rostros, eso es algo que no le gustaba. Él sería un buen fotógrafo, se esforzaría para obtener las mejores fotos.

— ¿Qué puedo hacer contigo? Todavía eres muy pequeño para hablar, tampoco puedes caminar.

Haeri se la pasó durmiendo todo el día, a su lado siempre estaba Jimin, observando que todo estuviese bien. Estaba haciendo la cena en la cocina, claramente el pequeño estaba arriba en su cuna. Yoongi había llegado y lo saludó desde el umbral porque estaba más apresurado de subir.
Jimin bajó el fuego de la olla para ir detrás de él, se topó con la espalda de su novio, inclinado hacia la cuna con los dedos acariciando tiernamente el rostro rojizo.

— Es tan hermoso, —susurró.

— Es perfecto.

— Por suerte no salió cabezón como tú.

— Idiota, — se quejó golpeando su antebrazo—, según la genética hay más probabilidades de que se parezca a mí, además, a simple vista se nota claramente que tiene mis labios.

— ¿Quién dijo eso, Einstein?

— No, lo dice la ciencia.

Yoongi se alejó de la cuna y sujetó la cintura de su novio.

— Nosotros creemos en Dios, y la ciencia es nuestra enemiga.

— Eso no es cierto, —susurró apegándose más.

— No trates de culpar a la ciencia si luego sale con tus rasgos.

— ¿Me estás diciendo feo?

— Si sale igual a ti, será todo un rompecorazones.


CebollitaWhere stories live. Discover now