Cap 12 pt 1: Nunca te he querido

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La semana avanzó hasta el viernes sin que Alma fuese capaz de averiguar qué le ocurría a Shun. Hacían planes con sus amigos aprovechando las vacaciones, pero él estaba distinto, parecía ausente y rechazaba por sistema cualquier ocasión de quedarse a solas con ella, con excusas vagas. Comenzaba a desesperarse: el sábado salía hacia Madrid, el tiempo se terminaba y él seguía sin contarle qué sucedía.

 Comenzaba a desesperarse: el sábado salía hacia Madrid, el tiempo se terminaba y él seguía sin contarle qué sucedía

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Shun estaba echado en la cama, toqueteando distraídamente la pareja de amigurumis que ella le había regalado. La escena del viernes volvía a su cabeza una y otra vez: su cosmos elevándose para lanzar la tormenta nebular, la mirada aterrorizada de Alma, la cólera que le había dominado al arrancar la puerta del coche... Estaba claro que era un peligro para ella. No estaba preparada para saber la verdad.

Se pasó las manos por la cabeza, cada vez más angustiado. Estos años que había vivido en paz, estudiando y haciendo la vida normal de un chico de su edad, habían sido increíbles, pero en el fondo no eran más que una ilusión. Él nunca sería normal. 

Al lanzar aquel ataque había vuelto a ser consciente de su propia identidad. Era una irresponsabilidad por su parte obligar a Alma a convivir con un caballero de Atenea. ¿Y si tenía que volver a luchar? ¿Qué excusa le daría para marcharse? ¿Y si moría en combate? Eso pasaría antes o después: era su destino y no podía eludirlo. 

¿Y si sus enemigos la atacaban a ella? En la guerra contra el santuario se habían producido bajas civiles... Sintió la energía de su cosmos enturbiándose de repente, como un huracán. Él, que jamás había querido combatir, debía ahora abandonar a la chica que amaba, para protegerla de futuros peligros. Un caballero enamorado era mal asunto.

Ella sería más feliz sin él, con un buen chico y una vida corriente. No necesitaba saber nada acerca de Atenea y sus caballeros. Y él... al fin y al cabo, era un soldado en la reserva, esperando que le llamasen para volver a hacer lo que mejor se le daba.

Pero no podía contárselo: si al ver la tormenta nebular había reaccionado así, no quería ni imaginar qué pasaría si le explicaba todo. Tenía que romperle el corazón, hacer que le odiase; de ese modo, ella le olvidaría, reharía su vida y volvería a ser feliz. Sin él. Debía, una vez más, sacrificarse por lo que amaba.

Con el corazón oprimido de amargura por lo que iba a hacer, dejó los amigurumis y se preparó para ir a su encuentro.

Con el corazón oprimido de amargura por lo que iba a hacer, dejó los amigurumis y se preparó para ir a su encuentro

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Habían quedado en un centro comercial muy frecuentado por los universitarios de la ciudad. Alma le esperaba en la puerta principal, con aquel vestido verde que a él tanto le gustaba. "Es preciosa e inocente, no merece esto", pensó, arrepintiéndose de antemano. La saludó con un beso y entraron en una cafetería famosa por sus batidos.

- ¿Ya tienes preparada la maleta?

- Sí, pero no tengo ganas de irme... Preferiría pasar las vacaciones contigo –le guiñó un ojo.

- Bueno, yo estaré ocupado, tengo que archivar los apuntes del curso y quizá haga esa acampada con Ikki.

- Shun, antes de que me vaya, ¿vas a decirme qué te ocurre? Llevas toda la semana muy distante y estoy empezando a preocuparme.

Él tamborileó con los dedos en su vaso y tomó aire, sintiéndose como un condenado a muerte. La miró a la cara y comenzó:

- Tienes razón, hay algo. No sabía cómo decírtelo, así que lo haré sin más. No estoy enamorado de ti. Quiero dejarte.

Instintivamente, ella se llevó la mano al pecho, como si le doliese, en un gesto que a él no le pasó inadvertido.

- Llevo un tiempo pensándolo y, a raíz del accidente, me he dado cuenta de que no estoy a gusto contigo.

- Bueno, si quieres podemos hacer un paréntesis para que aclares tus ideas... –propuso ella, con la voz quebrada. Mierda, pensó Shun, aquello iba a ser todavía más difícil de lo que imaginaba. Tendría que ser más contundente, para que ella no le echase de menos.

- ¿Es que no lo entiendes? No siento nada en absoluto por ti.

- Shun, si esto es una broma, no tiene ninguna gracia.

- No estoy de broma; ha sido divertido, pero solo eso. Nunca te he querido.

Ella se quedó en silencio, con las manos sobre el regazo, y le miró; el labio inferior le temblaba y sus profundos ojos violetas estaban vidriosos. Él se preparó para herirla de nuevo:

- Fuiste un capricho; si te has hecho una idea equivocada, es tu problema.

- Shun... no sé por qué estás haciendo esto, pero no te creo. Yo soy el cincuenta por ciento de esta historia y sé que lo que sentimos es real. Tu corazón... tu corazón no puede cambiar de un día para otro.

- Ya, respecto a eso... –se acercó, con el pelo ocultándole los ojos y los labios curvados en una sonrisa tan cruel que le dolía, y le asestó al oído el golpe final- Ahora que he conseguido follarme a la nueva de la clase, tengo que marcarme objetivos más excitantes. Has sido todo un reto, pero no creerías que me interesaba algo más de ti...

Alma tragó saliva, intentando deshacer el nudo que se le había formado en la garganta. Con mucho esfuerzo, logró responder:

- No mereces ni siquiera que te eche el batido por encima. Ojalá pudiese borrarte de mi vida, Shun.

Se levantó y salió de la cafetería, secándose los ojos con el dorso de la mano. Él se quedó en la mesa, sintiéndose mierda y, sin poder evitarlo, se echó a llorar.

Andromeda in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora