Cap 21 pt 1: Dos bodas en un día

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Shiryu y Shunrei se casaron en una ceremonia íntima celebrada en el consulado chino en Tokio el último viernes de septiembre, rodeados de sus amigos más cercanos.

Los novios llevaban un par de días en Tokio, terminando de organizar el papeleo, así que Saori había enviado a Tatsumi en el monovolumen a recoger a los chicos el jueves por la tarde, para que llegasen a tiempo para cenar. Seika, que había tenido que despejar su agenda de trabajo para asistir, se reuniría con ellos por la mañana, en el consulado.

Alma y Shun ocuparon la que solía ser la habitación de él en la mansión Kido, cuya antigua cama individual había sido reemplazada por una doble, cortesía de Saori, en la que podrían dormir juntos sin estrecheces. Alma dejó la maleta y miró a su alrededor.

- Me gusta ver cómo vivías antes... Cuando luchabas.

- Prefiero mi vida de ahora, contigo, y tampoco es que pasara mucho por aquí... -se aproximó a ella y la besó-. ¿Qué tal si estrenamos esta cama tan grande antes de cenar?

- ¿Y arriesgarnos a que Ikki nos interrumpa con su sentido arácnido? -rio ella.

Bajaron al salón para tomar un refresco mientras esperaban que el servicio terminase de preparar el gran comedor en el que Saori había dispuesto que les sirviesen la cena. Sus amigos ya estaban allí, hablando de algún tema que debía de ser bastante gracioso a juzgar por sus risotadas, además de dos hombres que Alma no conocía. Uno de ellos, un chico no demasiado alto, de cabello castaño alborotado y expresivos ojos se volvió hacia la puerta al oírles entrar y abrió la boca en un gesto de sorpresa.

- ¡¿Eres tú, Fuji-chan?! –gritó con una enorme sonrisa, avanzando hacia ella con los brazos extendidos.

- Shun, ¿quién es este chico? ¿Qué quiere? –se sobresaltó Alma, apretándole la mano y parapetándose tras él.

- ¡Fuji-chan! ¡Cómo has crecido! ¿Cuándo has vuelto a Japón? –rodeando a Shun, la sacó de su escondite y la estrechó, levantándola dos palmos del suelo y convirtiéndolos a ambos en el centro de atención.

- Dohko, suéltala, ¿no ves que la estás asustando? –el otro desconocido, un hombre de claros cabellos verdosos y aire sereno, intervino, palmeando el hombro del castaño.

- Tienes razón, Shion, me he dejado llevar por el entusiasmo –rio Dohko, dejándola en el suelo y pasándose la mano por la cabeza.

Shiryu se acercó e hizo las presentaciones:

- Alma, este es Dohko, mi maestro. Nos crio a mí a y a Shunrei en China. Es como un padre para nosotros y será nuestro padrino de boda. Su pareja es Shion, patriarca del Santuario de Atenea.

La chica se inclinó para saludarles con respeto.

- Perdona mi arrebato, Fuji-chan. Ya veo que no me recuerdas. Tu padre y yo éramos buenos amigos: ¡incluso os visité cuando naciste y te tuve en brazos! ¡Menuda meona estabas hecha! –explicó Dohko, más calmado.

Alma le miró, sin entender. Aquel chico no tendría más de veinticinco años, a juzgar por su físico. Él pareció leer sus pensamientos y se acercó a su oído para susurrarle, con aire travieso:

- No te fíes de mi apariencia...: aquí donde me ves, hace tiempo que pasé de los 260 años.

- ¡Dohko! ¿Quieres dejar de perturbarla? Discúlpale, por favor –le riñó Shion.

- ¿Y a qué viene eso de Fuji-chan, Almita? –quiso saber Ikki, acercándose a los cuatro.

- Fuji es mi segundo nombre. Pero solo mi padre me llamaba así... -respondió ella, todavía un poco desconcertada.

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