Epílogo

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El último año ha sido caótico, tanto para él como para la mayor parte de la clase 2-A. 

En tan solo un par de meses ocurrieron tantos problemas emocionales, amorosos, entre amigos, y más. Sumado a todo ello las clases y las pasantías se mezclaban al estrés y durante las últimas semanas creó una tensión entre ellos. Incluso Aizawa sintió el problema entre sus estudiantes e hizo todo lo posible para regresarlos a la normalidad. Por eso ese día estaban ahí, en un autobús a un viaje escolar "normal" en dirección a un viejo museo. 

Suspiró, se apoyó contra la ventana y se dedico a mirar el paisaje, intentando dormir un poco pero de una u otra forma, cuando lo intentaba, todo lo vivido durante el último año y los últimos seis meses volvían a él. 

Realmente no quería pensar en ello en ese momento, pero siempre terminaba sumergiéndose en sus propios pensamientos, especialmente desde hace un par de días; cuando comenzó a experimentar sueños extraños que por mucho que los analizaran por horas y horas no podía entenderlos. 

Parecía como si su propio subconsciente intentara decirle algo, pero bien, no estaba captando el mensaje. Todo lo que veía eran paisajes, conversaciones en un idioma que no comprendía, sucesos un poco fantasiosos como para creerlos ciertos y unos ojos rubíes. 

No, no sabía que pensar. O qué debería pensar. 

Estaba tan cansado. No podía olvidar que durmió tan solo cuatro horas y el resto de la noche se mantuvo observando el techo. Y, cuando pareció que al fin podría conciliar el sueño, Midoriya irrumpió en su habitación balbuceando que era momento de levantarse. No pudo dormir durante la noche, ni tampoco durante el viaje que fue bastante largo ya que iban hacia la costa.

Cada vez que cerraba los ojos recordaba los iris rubíes de sus sueños e, inevitablemente, el cansancio desaparecía de su cuerpo como en ese momento. 

Realmente necesitaba dormir aunque fuese veinte minutos.  Aún no llegaban al recinto. Se quedarían en ese lugar durante tres días, el autobús se detendría en el hotel primero y después sería la visita obligatoria al museo. Podía relajarse un poco...

—Todoroki, estamos llegando.

O tal vez no. 

Se obligó a elevar los párpados y fijarlos en el rostro de perfil de Midoriya. El peliverde ni siquiera se tomó la molestia de mirarlo fijamente, parecía bastante enfrascado en su plática con Uraraka. Ah, pero no lo suficiente como para no olvidar despertarlo. 

Una vez más suspiró, y esta vez los ojos de cada persona con la cual se reunía se posaron sobre él. 

—Te ves horrible —comentó Uraraka—. Parece que no has dormido bien. 

—No lo he hecho. 

—Creo que no eres el único —dijo Midoriya, mirando hacia los asientos delanteros del bus—. Kacchan parece que tampoco ha dormido bien, se ve enojado. 

—Bakugou siempre está enojado —murmuró Uraraka—. Aunque debe haber una razón, supongo.  

Las miradas siguieron el camino de los iris esmeralda hasta los primeros lugares. Había demasiado ruido, todos hablaban al mismo tiempo y podía notar que alguien estaba escuchando música a todo volumen, y aun así fue bastante fácil distinguir la voz furiosa del rubio. 

Vio a Bakugou empujar a Kaminari cuando este intentó abrazarlo por una razón que desconocía, el resto de los chicos a su alrededor rieron. Todoroki también lo hizo. Silenciosa y cautivadamente mirando el perfil enfurecido del rubio. 

Donde nadie nos encuentre © | TDBK |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora