Caos

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Mi cabeza, mi caos.
Igual que cuando tus auriculares se enredan mágicamente, o tu pelo se enmaraña por el viento, así mi mente pasa horas.
En caos, en un caos, en mi caos.
Nada es certero, todo son idas y venidas, puedo estar riéndome y pensando que lo que hago es inútil.
Puedo hacer un ejercicio en clase y morir por dentro.
Mi cabeza, la peor de los siete infiernos. El caos.
No era un caos de los lindos, era de esos que entran, destruyen y se van.
De los que te dejan, tirada, vacía y sola, una y otra vez.
Un caos que te desordena la vida, el corazón y el alma, todo de una sola sacudida.
Caos que desentierra a los muertos, y sus maldiciones.
Ese huracán que podría llevar tu nombre, caos que no se repara, eso era yo.
Algo que estaba roto y que se rompía aún más
Un caos, que si quería te destruía a ti también. Pero no lo hacía, porque tal torbellino habitaba únicamente dentro de mi cabeza y sus laberintos.
Un caos sin motivo, un caos que odiaba el caos y el desorden.
Un problema, sí un problema. Un problema que no tenía solución ni tiempo para inventar una, o agallas para pensarla.
Un problema que no era capaz de afrontar.
Un caos que me daba miedo. Que no sabía como parar.
Caos que no sabía ordenar, pero vos sí.

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