Final

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—Años después—

Con cada año que pasaba, más personas se sumaban al Kok'ta Kanat'ma, muchas familias y solteros llegaban para esas fechas, para celebrar las grandes fiestas de Kanat'ma y Kumi'et.

Kim participaba todos los años, junto con los solteros. Le gustaba pasar tiempo con sus amigos, hacer todos aquellos rituales para sus diosas.

Pero hacía tres años atrás, algo había cambiado por completo. Había conocido a un muchacho que venía del mundo, que era mitad kanatita también, y había llegado con su familia allí.

Al ser mayor de edad, él había elegido ir con el grupo de solteros, mientras sus padres se habían quedado con sus hermanos en el grupo de familias.

Quizás su sonrisa, su ternura, su inexperiencia en todo lo relacionado a la isla y su cultura, le había atraído a Kim. Y sin pensarlo, ni haberlo planeado, ambos terminaron la Kok'ta en la noche de Kumi'et.

Era la primera vez que Kim participaba de la puesta, y no creyó que pasarían varias cosas durante esa noche, y luego de la misma.

La primera, era haberse sentido tan atraída por un desconocido, y terminar pasando una noche entera de puro sexo y lujuria con un tipo que sólo había conocido en dos semanas.

La segunda, es que incluso los gruñidos y gemidos de las otras parejas de las cabañas vecinas, pudieran excitarla aún más. Al parecer, en el aire había una especie de afrodisíaco, o eran las hormonas, o no sabía qué, tal vez su propio lado salvaje, que los volvía tan lujuriosos, como animales en celo.

La tercera, pero más importante, que de una sola noche, quedara embarazada.

No estaba en sus planes ser madre, sólo quería disfrutar de algo diferente. Cientos de mujeres tenían sexo aquella noche, y no todas quedaban embarazadas.

Pero Kim había sido una de las bendecidas de Kanat'ma. Y el problema no estaba en el bebé, sino en el padre del mismo.

Todos los años, habían charlas de educación sexual, que incluso ella misma había dado, dónde les pedían a los jóvenes y adultos que participaban de la puesta de solteros, que usaran protección.

Los kanatitas de las islas no conocían las enfermedades de transmisión sexual, no padecían de ellas, pero las personas que veían de afuera, tal vez si podían traerlas y contagiarlos.

Si bien eran bastantes rigurosos con quienes participaban, habían enfermedades que no tenían síntomas en su primera etapa, ni eran detectadas tampoco.

También les pedían que se cuidaran en caso de tener sexo con kanatitas extranjeros, ya que si un embarazo se producía ¿Quién les aseguraba que esa persona iba a regresar?

Kim se había contactado con el muchacho dos meses después de la puesta, al enterarse que estaba embarazada. Y por sorpresa, y alivio, él se había mostrado bastante animado con la noticia.

Si bien no podía vivir en la isla, ya que tenía su propia vida en su hogar y trabajo, le dijo que sí formaría parte de la vida del bebé.

Él viajaba todos los viernes hacia la isla, y se iba los domingos por la noche. De su hogar a la isla, tenía doce horas de viaje en avión, por lo que no podía ir más tiempo como quisiera.

Él y Kim no tenían ningún tipo de relación sentimental, pero se llevaban bien, eran amigos, y su relación era sana para su hija. El muchacho solía tomarse las vacaciones para el Kok'ta, para poder pasar tiempo con la niña.

No era fácil para él tampoco estar lejos de su hija. Su pequeña Mikal ya tenía dos años, y estaba buscando un empleo más cerca, incluso dentro de la isla, para estar más presente en la vida de su niña.

KimWhere stories live. Discover now