CAPITULO 17 EL PARTIDO tercera parte

29 5 0
                                    

- No, aunque podría - contesté sin mucha confianza. El ya olía una victoria fácil.

Me besó, descendiendo despacio por la mejillas hasta detenerse en la comisura de mis labios.

- ¿ Crees que dejaría que te hiriera un árbol ?

Sus labios rozaron levemente mi tembloroso labio inferior.

- No - suspiré, rindiéndome.

Entonces tomó mi cara entre sus manos, casi con rudeza y me besó en serio, moviendo sus labios insistentes contra los míos.

Realmente no había excusa para mi comportamiento ahora lo veo más claro, como es lógico. De cualquier modo, parece que no podía dejar de comportarme exactamente como lo hice la primera vez. En vez de quedarme quieta, a salvo, mis brazos se alzaron para enroscarse apretadamente alrededor de su cuello y me quedé pronto soldada a su cuerpo, duro como la piedra.

Suspiré y mis labios se entreabrieron.

Se tambaleó hacia atrás, deshaciendo mi abrazo sin esfuerzo.

- ¡ Maldita sea, Kag ! - se retiró jadeando -.¡ Eres mi perdición, te juro que lo eres !

Me senté, rodeándome las rodillas con los brazos, buscando apoyo.

- Eres indestructible - murmuré, intentando recuperar el aliento.

- Eso creía antes de conocerte. Ahora será mejor que salgamos de aquí rápido antes de que cometa alguna estupidez de verdad - gruño.

Me arrojo sobre su espalda como hizo la otra vez y vi el tremendo esfuerzo que hacía para comportarse dulcemente. Enrosqué mis piernas en su cintura y busqué seguridad al sujetarme a su cuello con un abrazo casi estrangulador.

- No te olvides de cerrar los ojos - me advirtió severamente.

Hundí la cabeza entre sus omóplatos, por debajo de mi brazo, y cerré con fuerza los ojos.

No podía decir realmente si nos moviamos o no. Sentía la sensación del vuelo a lo largo de mi cuerpo, pero el movimiento era tan suave que igual hubiéramos podido estar dando un paseo por la acera. Estuve tentada de echar un vistazo, sólo para comprobar si estábamos volando de verdad a través del bosque igual que antes, pero me resistí. No merecía la pena ganarme un mareo tremendo. Me contenté con sentir su respiración acompasada.

No estuve segura de que habíamos parado de verdad hasta que no alzó el brazo hacia atrás y me tocó el pelo.

- Ya pasó, Kag.

Me atreví a abrir los ojos y era cierto, ya nos habíamos detenido. Medio entumecida, deshice la presa estranguladora sobre su cuerpo y me deslicé al suelo, cayéndome de espaldas.

- ¡ Ay ! - grité enfadada cuando me golpeé contra el suelo mojado.

Me miró sorprendido; era obvio que no estaba totalmente seguro de si podía reírse a mi costa en esa situación pero mi expresión desconcertada venció sus reticencias y rompió a reír a mandíbula batiente.

Me levanté, ignorándole, y me puse a limpiar de barro y ramitas la parte posterior de mi chaqueta. Eso sólo sirvió para que se riera aún más. Enfadada, empecé a andar a grandes zancadas hacia el bosque.

Sentí su brazo alrededor de mi cintura.

- ¿ A donde vas, Kag ?

- A ver un partido de béisbol. Ya que tú no pareces interesado en jugar, voy a asegurarme de que los demás se divierten sin tí.

- Pero si no es por ahí . . . . .

Me di la vuelta sin mirarle, y seguí andando a grandes zancadas en la dirección opuesta. Me atrapó de nuevo.

EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKUWhere stories live. Discover now