CAPITULO 18 LA CAZA tercera parte

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     – Sí, estoy de acuerdo – comentó Sango.

     – No puedo hacer eso – la voz de Sesshomaru era helada.

     – Inuyasha podría quedarse también – continué –. Le ha tomado bastante odio.

     – ¿ Qué ? – Inuyasha se volteo hacia mí.

     – Si te quedas, tendrás más posibilidades de ponerle la mano encima – acordó Sango.

     Sesshomaru la miró con incredulidad.

     – ¿ Y tú te crées que la voy a dejar irse sola ?

     – Claro que no – dijo Sango –. La acompañaremos Miroku y yo.

     – No puedo hacer eso – repitió Sesshomarum pero esta vez su voz mostraba signos evidentes de derrota. La lógica estaba haciendo de las suyas con él.

     Intenté ser persuasiva.

     – Déjate ver por aquí durante una semana – vi su expresión en el retrovisor y rectifiqué –. Bueno, unos cuántos días. Deja que Onigumo vea que no me has secuestrado y que Naraku se vaya de caza inútilmente. Cerciórate por completo de que no tenga ninguna pista; luego, te vas y me buscas, tomando una ruta que lo despiste, claro, entonces, Miroku y Sango podrán volver a casa.

     Vi que empezaba a considerarlo.

     – ¿ Dónde te iría a buscar ?

     – A Tokio – respondí sin dudar.

     – No el oirá que es allí a donde vas – replicó con impaciencia.

     – Y tú le harás creer que es un truco, claro. Es consciente de que sabemos que nos está escuchando. Jamás creerá que me dirija de verdad a donde anuncie que voy.

     – Esta chica es diabólica – río Inuyasha entre dientes.

     – ¿ Y si no funciona ?

     – Hay varios millones de personas en Tokio – le informé.

     – No es tan difícil usar una guía telefónica.

     – No iré a casa.

     – ¿ Ah, no ? – preguntó con una nota peligrosa en la voz.

     – Ya soy bastante mayorsita para buscarme un sitio por mi cuenta.

     – Sesshomaru, estaremos con ella – le recordó Sango.

     – ¿ Y qué vas a hacer tú en Tokio ? – le preguntó él mordazmente.

     – Quedarme bajo techo.

     – Ya lo creo que voy a disfrutar – Inuyasha pensaba seguramente en arrinconar a Naraku.

     – Callate, Inuyasha.

     – Mirá, si intentamos detenerle mientras ella anda por aquí, hay muchas más probabilidades de que alguien termine herido .....,  tanto ella como tú al intentar protegerla. Ahora, si lo pillamos solo .... – Inuyasha dejó la frase inconclusa y lentamente comenzó a sonreír. Yo había acertado.

     El Jeep avanzaba más lentamente conforme entrábamos en el pueblo. A pesar de mis palabras valientes, sentí cómo se me ponía el vello de punta. Pense en Onigumo, solo en la casa, e intenté hacer acopio de valor.

     – Kag – dijo Sesshomaru en voz baja. Sango e Inuyasha miraban por la ventanillas –, si te pones en peligro y te pasa cualquier cosa, te haré personalmente responsable. ¿ Lo has comprendido ?

     – Sí – tragué saliva.

     Se volteo hacia Sango.

     – ¿ Va a poder Miroku manejar este asunto ?

     – Confía un poco en él, Sesshomaru. Lo está haciendo bien, muy bien, teniendo todo en cuenta.

     – ¿ Podrías manejarlo tú ?  – preguntó él. 

     La pequeña y gracil Sango hecho hacia atrás sus labios en una mueca de terror.

     Sesshomaru le sonrió, mas de repente murmuró: 

     – Pero guarda tus opiniones. 

       

EL AMOR BAJO LAS SOMBRAS DEL SENGOKUWhere stories live. Discover now